martes, 30 de abril de 2024

Mañana será otro día. Capítulo 15: Civil war

 

CIVIL WAR

Tiempos convulsos los que vivimos. Si hay algo que no está de moda en estos momentos es la libertad de pensamiento. En este siglo XXI, ya bien avanzado, parece que hay solamente dos verdades. La primera es que todo es rotundamente cierto o rotundamente falso. Tristemente, hasta las ideas más bárbaras tienen su grupo de seguidores e incluso tendrá un puñado de estudios avalados por diferentes universidades. Todo a la carta. La segunda es que las ideas propias, las posiciones que no estén en la moda de aquellos que consideras de “los tuyos”, tampoco se lleva. Si tu pensamiento no se encamina en uno de los dos bloques, si te mueves en posiciones críticas dentro de tu espacio…se te puede etiquetar de “topo” o de despistado. En este primer cuarto de siglo, no gustan las paletas de colores. O eres de los blancos o eres de los negros, como si de un partido de fútbol se tratara.

Este “nuevo mundo” provoca que la ciudadanía, nosotros, nos movamos en posiciones de enfrentamiento ideológico continuo. No hay debate, hay discusión. Los partidos políticos potencian lo dicho, los medios de comunicación nunca estuvieron tan posicionados…Hace años se decía que no se podía hablar de política en las reuniones familiares. Hoy, ante tal crispación, con bloques en continua tensión, parece complicado hacerlo en cualquier espacio.

De este caldo de cultivo nace Civil War, película escrita y dirigida por Álex Garland, uno de los creadores más imaginativos que hay en la actualidad. Ex-machina; una joya, Men; importante, aunque bastante irregular y, entre otras, para mí, su gran obra junta a la película de la que hoy hablamos, la serie DEVS. Esta mini serie es una incómoda distopía donde el libre albedrío y el determinismo están en todo momento encima de la mesa. Durante 8 episodios conocemos a un super ordenador cuántico el cual genera imágenes a través del tiempo. Sublime. Qué mente tan despierta la de Álex.

Hace tres años asistimos a través de nuestros televisores, a un intento golpe de estado promovido por el presidente saliente en aquel momento de los Estados Unidos, y hoy de nuevo, candidato. Hoy, Donal Trump, tres años después, en plena campaña, dice ante las cámaras, ante sus millones de seguidores, que si no gana las elecciones va a haber sangre. Hablamos de un país considerado una de las grandes democracias del mundo. En Civil War se plantea la posibilidad de que esta tensión apabullante degenere en un conflicto bélico entre vecinos. De que esos tarados que asaltaron el Capitolio cojan sus armas automáticas y se pongan a liarse a tiros contra otros tarados y, en medio de todo esto, la ciudadanía pagando las consecuencias.

Álex Garland nos presenta tan posible distopía a través de cuatro reporteros de guerra. Ellos, acostumbrados a cubrir conflictos en otros continentes, hoy lo hacen en su propio país. Kirsten Dunst encabeza la misión de recorrer por carretera los más de 1000 km que separan Nueva York de Washington. El objetivo es entrevistar al presidente de EEUU, antes de que las fuerzas rebeldes asalten la Casa Blanca y le arrebaten el poder. Ella interpreta a una histórica reportera de guerra, ya muy quemada ante todo lo visto y lo vivido. Walter Moura es otro veterano. Él vive de los subidones de adrenalina que le produce su trabajo. Los acompañan Cailee Spaeny, la joven inocente que comienza su andadura en la profesión y Stephen Henderson, el ya anciano y eminente periodista. Estos dos últimos también protagonizaban la serie DEVS.

Según recorremos los diferentes parajes y escenarios, las imágenes que nos aporta el film se entremezclan con los fogonazos que saltan de las cámaras de nuestros protagonistas. Aparecen ante nosotros retratos fijos. Se quedan grabados en nuestra memoria (al igual que el sonido que nos acompaña en tan complicado viaje). En lo que vemos se confunde la cercanía y la extrañeza. Cercanía porque ya hemos visto matanzas, asaltos, violencia en ese país. Extrañeza porque lo que Garland nos muestra es una guerra abierta, destrozando todo tipo de imágenes de un Estados Unidos que cualquiera de nosotros tenemos pregrabadas en nuestra memoria (sin importar si hemos visitado o no el país) tras haber visto infinidad de películas de Hollywood.

En cada escena de la película hay tanto ritmo como intensidad. Los protagonistas se encuentran en increíbles batallas. En ocasiones, los combatientes no saben, ni les interesa, si son o no del otro bando a los que disparan. Los reporteros documentan matanzas, actos salvajes y como dice el personaje de Kirsten Dunst a la joven que comienza sus andanzas en la profesión: “No le des vueltas a lo que has visto. Nosotros lo registramos para que otros se lo cuestionen”. Walter Moura le dice en otro momento a la joven que ni intente dormir, no va hacerlo. Eso solo lo conseguirá con la ayuda de pastillas.

Álex Garlan ha creado una sobresaliente película. En poco más de hora y media nos muestra muchas verdades de una manera impresionante. Incluso logra, en algunos momentos del film, recrearse y sacar belleza del caos al que asistimos (véase el incendio del bosque).

Producida por A24, se enfrenta el autor ante su obra más grande hasta la fecha y sale victorioso. Aunque todavía es joven, ha declarado no querer seguir dirigiendo. Prefiere centrar su carrera en la creación de guiones. Nosotros nos lo perdemos.

Durante el metraje del filme vinieron a mí mente la cantidad de periodistas extranjeros que en estos momentos permanecen en la frontera con Gaza. El estado israelí les impide asistir, grabar, difundir la masacre que realiza sobre la población palestina. En peor situación se encuentran los periodistas palestinos, pues son más de 100 los asesinados en los últimos meses. Por otro lado, también apareció ante mis ojos la imagen de José Couso, vecino y reportero de guerra asesinado por el ejército estadounidense en plena guerra de Irak hace 21 años, un 8 de abril de 2003. Fue asesinado por intentar contar, al igual que los protagonistas de Civil War, la verdad de lo que ocurría en aquella guerra. Con cámara en mano se jugó la vida y la perdió a causa de un cobarde cañonazo del ejercito yankee al Hotel Palestina, lugar donde se hospedaba junto a otros miembros de la prensa internacional.  

EEUU entendió a José Couso como un enemigo, tanto como lo podía ser Saddam Hussein. Era un enemigo porque podía contar la verdad y, esta, como antes comentaba, no se lleva ni está de moda.

Por cierto, José Couso y su familia siguen esperando justicia.

 

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