martes, 25 de junio de 2024

Mañana será otro día. Capítulo23: Cuenta conmigo(1986)

 

Cuenta conmigo (1986)

Suena una pegadiza melodía. Corresponde a ese tema musical, millones de veces escuchado y que siempre llena nuestro corazón, del gran Ben E. King, llamado Stand by me. Un coche parado en mitad de la nada. Dentro, un hombre maduro llamado Gordie Lachance, lee en el periódico la noticia del asesinato de su amigo de la infancia Cristopher Chamberts. Escuchamos, de repente, su pensamiento. Nos trasladamos, de inmediato, hasta 1959, a la infancia de este hombre interpretado por Richard Dreifuss: “Estaba por cumplir los 13 años, cuando vi por primera vez un hombre muerto…”

La nostalgia siempre está presente en el arte y, sin ninguna duda, en el cine. La película que hoy os traigo creo que es el culmen de este sentimiento. Cuenta conmigo (Stand by me) es una auténtica oda a la nostalgia de aquel tiempo en el que fuimos niños.

Llama la atención la forma de utilizar este sentimiento y cómo ha cambiado a lo largo del tiempo. Las películas de los años 80 evocaban directamente a la infancia de los protagonistas, es decir, a la niñez de los espectadores de las películas. En la actualidad, el enfoque pasa por recuperar títulos de la niñez y pasarles un nuevo barniz, pero siempre contando la misma historia. Hay tan poca imaginación que hasta participan los actores y actrices (los que continúan vivos) de las películas originales.

Cuenta conmigo sigue, casi a pies juntillas, el relato corto El cuerpo, escrito por uno de los escritores más influyentes del siglo XX y XXI, Stephen King. Un día hay que ponerse a contar todas las adaptaciones cinematográficas de su obra. De todas formas, la magia la aporta su director, Rob Reiner, el cual se mantuvo en estado de gracia durante unos cinco años donde nos dejó un puñado de películas maravillosas y que definen a la perfección lo que fueron los 80: La citada en 1986, La princesa prometida en el 87, Cuando Harry encontró a Sally en el 89 y Misery en el 90. Todas joyas, cada una de su estilo. Años, sin duda, de puro talento.

El recuerdo del que seremos testigos es el de Gordie Lachance (interpretado, en su versión niño, por Wil Wheaton. Por cierto, en el doblaje español se le llama Courni por el hecho que en la pandilla había otro niño más gordito y no querían confusiones. Ver para creer. Regresaremos con él a su pasado para repasar aquel verano que cambió su vida, ese verano que todos tuvimos donde uno empieza a abandonar la niñez.

Son cuatro los inseparables amigos. Gordie ha perdido a su hermano mayor en un accidente de tráfico. Fue hace tres meses. Dice a sus amigos que sus padres no lo han superado. Aquí vemos la diferente percepción del tiempo del niño y el adulto. Él, evidentemente, tampoco lo ha superado. Su mejor amigo es Chrish Chambers, interpretado por el malogrado River Phoenix (1970-1993). River, cuánto te has perdido por tu temprana muerte; cuánto nos hemos perdido nosotros. Transmitías verdad. Teddy Duchamp (Corey Fielman, recordado siempre por los Goonies), es otro de los amigos con infancias más que complicadas. Su padre, veterano de guerra le abrasó la oreja con una parrilla en un ataque de ira. Él, aun así, lo defiende día sí, día también. El cuarto jinete es Vern. Este descubre, en una conversación de otra pandilla local, el paradero del cadáver de un joven, el cual llevaba semanas desaparecido. El pobre chico fue arrollado por un tren y ha quedado tirado cerca de las vías en un inhóspito lugar. Aquí empieza la aventura de estos cuatro niños en busca de un muerto. Durante el viaje, siempre siguiendo las viejas vías del tren, se encontrarán consigo mismo, con los que fueron y lo que están comenzando a ser.

En el filme, todas las relaciones nos apabullan con su sinceridad, pero sobre todo la que mantienen Gordie y Crish. Se quieren tanto…Crish le dice que tiene que dejar de hacer caso a sus padres, los cuales solo tenían ojos para su hermano mayor. Debe de creer en sí mismo y convertirse en un gran escritor. Él puede. Crish, en cambio, con la familia que le ha tocado en el reparto, no puede divisar un futuro más allá de la mediocridad, a pesar de sus talentos. Nosotros sabemos que, a pesar de morir joven, pudo cumplir su sueño de ser un buen abogado. Esta vocación será potenciada en estos años de niñez. Confiesa a Gordie que robó dinero del colegio. Le dice que todos lo saben, que él también. Lo hizo, lo confiesa. Lo que no sabe la gente es que devolvió el dinero. Se lo dio a su profesora, pero ella nunca contó este acto y él siguió cargando con la culpa y su maestra apareció con un vestido nuevo. Nunca creyó que una maestra pudiese hacer algo así. Aprendizajes que ofrece la vida…

La pandilla se encontrará con el joven muerto y lo dejarán tranquilo. Él ya no tiene futuro. Ellos sí. Entonces regresan a sus casas. Cuando se despiden, en uno de esos últimos días del largo verano, todo es extraño. Saben que con la llegada del instituto todo cambiará. Ellos también han cambiado.

En Cuenta conmigo encontramos un continuo choque generacional. Los adultos son como extraterrestres para la pandilla. Nunca los entienden. Yo, de niño, tampoco los entendía y ahora, qué le voy a hacer, me he convertido en uno de esos “aliens”. Ya vamos mayores y nos es imposible recordar fielmente lo que fue nuestra niñez. Miramos hacia atrás y lo recordamos todo como si todo se tratase de una película. Las emociones, los sentimientos hacia aquellos lejanos recuerdos, nos distorsionan, de alguna manera, lo que ocurrió en realidad.

Cada vez que veo Cuenta conmigo es como si me encontrase con viejos amigos. A estos cuatro niños los quiero tanto como quise a mis camaradas de la infancia. Al igual que con esta película, no importa que no los vea a menudo, siguen estando ahí, viviendo en el fondo de mis recuerdos. En un pasado tan cercano y a la vez ya casi inexistente.

Al final del film regresamos a la madurez. Un adulto Cournie (Richar Dreifuss) escribe en su ordenador (es escritor, como deseaba su siempre amigo Crish): “Nunca he vuelto a tener amigos como los que tuve a los 12 años. Dios mío, acaso… ¿los ha tenido alguien?”

 

 

martes, 18 de junio de 2024

Mañana será otro día. Capítulo 22: Hit man, asesino por casualidad.

 

Hit man, asesino por casualidad.

Todos cambiamos. Sin duda, el tiempo hace su trabajo, modelándonos poco a poco un tanto a su antojo. Lo que antes veíamos verde oscuro, quizás, ahora, con rotundidad lo veamos verde claro.  Los cambios en nuestra personalidad se producen, por lo general, suave y progresivamente, sin apenas percibirlos. Pero bueno, siempre hay excepciones.

En Sostiene Pereira, la maravillosa novela de Antonio Tabucci, al igual que en su adaptación cinematográfica (Roberto Faenza, 1995), Pereira, interpretado por el eterno Marcello Mastroianni, sufría profundos cambios en su personalidad que se antojaban irreversibles. En pleno régimen fascista del dictador portugués Salazar, Pereira es un mediocre periodista que dirige la sección cultural (¿es ético unir los términos fascismo y cultura?) de un periódico de Lisboa. Vive solo. Es un hombre un tanto apagado que vive al margen de las barbaridades que ocurren a su alrededor. Un día conoce a Montero Rossi, joven filósofo que se juega el pellejo escribiendo necrológicas con marcado carácter político de tinte izquierdista. El conocer a este joven, su entusiasmo, sus ideas, cambia la forma de afrontar la vida del casi anciano Pereira. Poco a poco se verá metido en asuntos que nunca antes se hubiese imaginado. De repente, su compromiso es tal que hasta es capaz de poner en peligro su vida por la de los demás. Aun siendo un hombre maduro, ya casi en la vejez, nos demuestra que nunca es tarde para cambiar, para abrir los ojos, para tomar conciencia….

Pereira no logra comprender los cambios en sus pensamientos y mucho menos en sus acciones. Un buen amigo psicólogo le explica la teoría de la superposición de las almas para darle un sentido a lo que le ocurre. Según esta, las personas tenemos muchos “yos” sumergidos en una especie de pozo dentro de nuestra consciencia. Cada uno con diferentes características, en continua lucha por emerger, por ser el “yo” principal que guíe nuestras actuaciones. Quien gane la batalla y logre salir a la superficie mandará sobre el resto. De esa manera había aparecido un Pereira comprometido, político, sensato…Todo ello gracias a fortalecer sus valores, querer ver lo que ocurre a su alrededor, empatizar con lo que más sufren…

Pues digo todo esto porque al protagonista de Hit man, asesino por casualidad, Gary Johnson (Glen Powell) película que os traigo hoy, le ocurre algo similar, pero de manera radicalmente diferente. Él, profesor universitario, un tanto apático e impasible (en esto se parece a Pereira), comienza a colaborar con la policía. Él maneja con mucha habilidad todo tipo de aparatejos (micrófonos ocultos y demás) para para poder escuchar las conversaciones de policías infiltrados. Un día, por casualidad, avanza en su papel de colaborador policial y comienza a hacerse pasar por asesino a sueldo, para así desenmascarar a contratadores de sicarios. Enfundado en diferentes personalidades, las cuales se va inventando (el actor protagonista lo da todo en ellas). Ponerse en el papel de esos matones se le da muy bien y que en ellos encuentra “yos” que le gustan y le motivan. En uno de estos casos policiales conoce a Madison (Adria Arjona), una impresionante mujer con la cual caerá al pozo de la pasión.  Con ella se inventa una nueva personalidad, la cual irá perfilando a cada día que pasa hasta el punto de creérsela. Por momentos seguirá siendo un gris profesor universitario, en su segunda vida, junto a Madison, un matón duro, sensual y… ¿sin escrúpulos?

No sé, yo me creo más el cambio que le ocurrió al amigo Pereira, la verdad. Muy hueco debe ser el interior de uno para, siendo ya una persona hecha y derecha, cambiar radicalmente tu “yo” y abandonarte a una personalidad violenta, engañosa, dispuesta a matar. Y todo por pasión, o porque, como dicen ellos, quizás se quieran.

Estamos ante una comedia negra, en general entretenida, un pelín larga, con buenas actuaciones pero que no entiendo el por qué tantas y tantas alabanzas de la crítica internacional. En mi opinión es bastante fría y tibia en mensaje y ejecución. Sin ser mala, que no lo es, sin ser aburrida, que no lo es, pronto va a quedarse en el almacén de películas olvidables del gran director Richard Linklater. Supongo que el nombre de su director sea la respuesta a la pregunta del porqué de esas buenas críticas.

Richard Linklater cuenta con una legión de fans, siempre fieles, sobre todo desde que sorprendiera al mundo con la maravillosa trilogía de Antes del amanecer (1995), Antes del atardecer (2004) y Antes del anochecer (2013). En los tres filmes nos cuenta la historia de amor de Celine (Julie Delpy), estudiante francesa en la primera de las películas y de Jesse (Ethan Hawke), un aventurero joven estadounidense, con sueños de escritor, que se encuentra de viaje por Europa. Se conocen, se enamoran de manera absolutamente idealizada, se separan… En el segundo filme, se reencuentran una década después y, como en la primera película, asistimos a un largo día donde las conversaciones fluirán con una naturalidad pasmosa. También deben decidir qué hacer con un amor que parece no haberse muerto y que los lleva esperando casi diez años. En la tercera película llega el anochecer. Observamos a la pareja, ya con varios hijos, envejeciendo. Lo ideal, lo místico, ya no existe. Los vemos, por momentos, abatidos por la rutina y por las responsabilidades. Aun así, en ellos, permanece el amor y una chispa especial. Qué joyas. De tanto en vez, me devoro la trilogía y siempre me siento mejor. Linklater también nos brindó un interesante experimento con Boyhood, de nuevo con Ethan Hawke. Grabada desde el 2002 al 2013, vemos crecer a una familia en directo. Una década pasa por nuestros ojos en poco más de dos horas de una manera absolutamente real. Gran película. En Scanner darkly, realizó una psicodélica historia con un buen puñado de actores y actrices coloreados para la causa.

Richard Linklater nos ha regalado grandes obras, que son y serán recordadas por multitud de amantes del cine. Hit man, un asesino por casualidad, siendo una correcta película, quedará en su archivo cinematográfico vital como una película menor. Con buenas intenciones, pero sin ningún tipo de magia. Tampoco encuentro en ella muchas ganas, la verdad. Lo mejor, sus actuaciones. Tiene algún momento divertido, ofrece alguna sonrisa, pero nunca arranca carcajada ni emoción. La intriga está bien llevada, pero en ocasiones no se ve creíble.

Por suerte, Pereira, continúa en nuestros recuerdos.

martes, 11 de junio de 2024

Mañana será otro día. Capítulo 21: Late night with the devil.

 

Late night with the devil

Me encanta el cine. No sé vivir sin él. Desde hace unos cuantos años mis vacaciones favoritas son mi visita anual a Sitges, al Festival internacional de cine fantástico de Cataluña. Es impresionante. Todos los octubres, esta pequeña localidad, ya de por sí especial, de no más de 30.000 habitantes, se convierte en la capital mundial del fantástico y el terror. Con el festival, este paraíso del turismo mediterráneo y lugar icónico del movimiento LGTB, es invadido por miles y miles de “locos” de este género cinematográfico que, no siendo para todos los públicos, son hordas los que lo adoran. Yo soy uno de ellos. En las últimas ediciones, en apenas cinco o seis días de festival, siempre he visionado más de 20 películas por edición. Sin duda, una experiencia.

Desde hace tiempo, Sitges, se ha abierto a más temáticas, o quizás es mejor decir que el género de terror y fantástico se ha abierto y en él encontramos temas cada vez más diversos. Este pasado año, junto a la justa vencedora, Cuando acecha la maldad, tuve la ocasión de ver el estreno de peliculones como Pobres Criaturas, La sociedad de la nieve o Dream Scenario (sí, la peli de Nicolas Cage en la que aparecía, por sorpresa, en los sueños de medio mundo). Aparte de contar con un gran y diverso material, es necesario decir que este festival es especial por la manera de vivirse, siempre muy campechana. Claro que hay alfombras rojas, pero estas las pisamos todos y todas. Es un festival más de camisetas de películas que de etiqueta. En él tienes la oportunidad de cruzarte por sus estrechas calles con personajes como Ed Harris, John Carpenter, Shyamalan... El pasado octubre de 2023, tuve la oportunidad de charlar y contactar con el argentino Demian Rugna, director vencedor de la edición. También allí me tropecé con Takeshi Mike. Sí, sí, me tropecé, literalmente, con él. Qué lujo.

Otro de los asuntos que te permite un festival de cine, de la importancia del citado, es el hecho de poder ver las películas mucho antes de salir al mercado. Un ejemplo de esto es el filme que hoy os traigo, estrenado hace poco más de una semana en nuestras salas.

Late night with the devil fue una de las grandes sorpresas de la quincuagésima séptima edición del festival de Sitges por diferentes motivos. Su idea es valiente, terrorífica y a la par divertida. También por ser una propuesta pequeña, con un limitado presupuesto, que sabe jugar a la originalidad y rompernos los esquemas en su hora y media de duración.

Comienza la película. Nos encontramos a principios de los años 70. Un narrador nos cuenta que lo que vamos a ver es la grabación del “late night” más visto en Estados Unidos. Además, en esta reposición, tendremos la oportunidad de ver, en primicia, lo que sucedía durante los intermedios. Ups.

Dirigida por los hermanos australianos Cairnes, nos cuenta la historia de un presentador de late nights (interpretado maravillosamente por David Dastmalchian) venido a menos desde la muerte por cáncer de su esposa. Él nunca ha logrado ser el número uno (Johnny Carson siempre estaba ahí) y, con todo ya perdido, decide hacer el “más difícil todavía” e intentar subir a lo más alto del podio a costa de exprimir al máximo el morbo, es decir, a costa del demonio. El muy imbécil entiende que contactar con Satán puede a ser un buen plan para ganar audiencia.

Todo el metraje lo vivimos como si viésemos un programa de televisión de medianoche. Con ese característico ritmo, con ese tono fanfarrón que los caracteriza y, por supuesto, con toda una galería de “frikis” rondándolo. Pero claro, quizás, jugar con el demonio sea pasarse. Los movimientos de las cámaras son idénticos a los utilizados en este tipo de shows televisivos. Todo nos suena. Pronto nos vemos sumergidos en la propuesta.

La película, en todo momento, se ve con gusto. El ambiente que desprende recrea a la perfección esa época tan llamativa, tan cinematográfica, que fue la década de los 70 del siglo pasado. Su fotografía también ayuda en la teletransportación hacia aquellos años. El último tercio de la película se pone cada vez más oscuro y logra que nos sintamos hasta mal por seguir viendo ese programa basura (esto nos ha pasado más veces, ¿verdad?). Según se acerca el demonio, la obra coge un tono cercano a El exorcista (hasta la niña protagonista tiene cierto aire). La explosión de la trama final, toda realizada con efectos prácticos, es impactante y reveladora. El citado presentador, por fin, conseguirá ser el más visto de la noche (mejor no cuento a costa de qué); nosotros conseguimos pasárnoslo realmente bien con esta pequeña película que supone toda una sorpresa.

Dos reflexiones para acabar. La primera es que quizás, productos como este, logren salvar la industria del cine. Me refiero a películas de presupuesto medio, ajustado, muy bien hechas, siempre originales, que son capaces de ser rentables sin muchos artificios. Todo es guion, ideas frescas, sin estar “tocadas” por un sinfín de productores con ganas de alterar la historia a su manera. Quizás se estén acabando los mega proyectos de 200 millones de dólares de presupuesto (bueno, salvo que kamikazes como Francis Ford Coppola con Megalópolis y Kevin Costner con Horizon, decidan vender gran parte de sus bienes y viñedos y se costeen tales producciones. Me gusta que los ricos tengan este tipo de excentricidades, lo reconozco).

La segunda reflexión va a encaminada a la temática de la que habla la película. En España, en los programas nocturnos (Esta noche cruzamos el Mississippi, Crónicas marcianas…), no hemos invocado al demonio…pero casi. ¿Os acordáis de la terrible “feria” montada por Pepe Navarro con el caso de las niñas de Alcasser? ¿Y de Nieves Herrero? El día después de encontrar los cuerpos de las pobres niñas asesinadas (1993), esta mujer se fue a su pueblo y realizó un programa en directo junto a familiares y vecinos que, en mi opinión, no sabían ni dónde se encontraban. Los espectadores, perplejos, veíamos cómo Nieves preguntaba a una niña amiga de las fallecidas, de unos 13 o 14 años, que cómo se sentía por haber podido ser también una de las niñas asesinadas y violadas. Qué barbaridad. Ver para creer. Según escribo, cada vez me parece menos fuerte la entrevista con el diablo. Tengo la sensación de que quizás, en los 90, el demonio también se encontraba en aquellos programas…en el lado de los entrevistadores. Buff, cuánto terror hemos visto en nuestros televisores.