Furiosa
Soy hijo de Mad Max, lo reconozco. La primera película de la saga, “Salvajes de la autopista”, salió en 1979, mismo año que yo salía del vientre de mi madre. Evidentemente, no conocí a Mad ese año, pero la primera trilogía de esta exitosa saga australiana fue carne de videoclub de los ochenta y fue puesta mil veces en las televisiones públicas. Más tarde, a partir del 90, también en las privadas. Imposible escapar de ellas.
Yo, como tantos niños de mi época, he visto grandes clásicos de acción desde muy pequeño. Con el tiempo sigo adorando muchos de ellos: Robocop, Operación dragón, Terminator, Desafío total…y por supuesto toda la saga de Mad Max. También he visto, siendo muy joven, auténtica basura parafascista como Cobra o la saga al completo de un casi anciano Charles Bronson, Yo soy la justicia. Eran otros tiempos, sin duda. Tendría unos diez años y las veía con mi padre. Ninguno de aquellos visionados me ha convertido en una persona violenta, en un vengador sin ley ni justicia o me ha aportado valores reaccionarios. Evidentemente, no solo veía este tipo de cine, absorbí de todo desde muy pequeño y muchas de ellas continúan siendo referencias para mi vida. En mi niñez también pude disfrutar (y sufrir, que en el cine, como en la vida, no son todo risas) con obras maestras de sus géneros como Cuenta conmigo, Cuando el viento sopla, Rebelión en la granja o Perro blanco (dios mío, recuerdo a la perfección la noche, casi madrugada, en la que un Miguel Castro de 11 años junto a su primo pequeño la vio en el programa de José Luis Balbín llamado La clave. Me dejó marcado).
Digo todo esto porque, en mi opinión, nos estamos pasando un poquito con la sobreprotección a nuestros menores en cuanto al visionado de determinado material. Lo esencial son y serán los valores y las enseñanzas que nos otorgue nuestra familia y las personas más allegadas. Yo tuve muchísima suerte en ese terreno.
Max Max, sin duda, es una de las mejores sagas de acción de la historia del cine. En 1979 apareció en escena esta tremenda distopía y, en poco tiempo, se convirtió la película más rentable de la historia del cine (hasta la llegada, décadas después, de El proyecto de la bruja de Blair). Con un presupuesto de 350.000 dólares logró recaudar 100 millones. Qué bárbaro. Nos descubrió a su director, George Miller, el cual ha destacado por sus cinco proyectos centrados en este universo y por la muy notable El aceite de la vida (qué bonita). También nos presentó a un grande del cine moderno que ha sabido desarrollar una magnífica carrera tanto de actor como de director: Mel Gibson. Artista que ha sabido reinventarse en multitud de ocasiones, siempre aportando una marca muy personal a toda su obra. La saga de Mad Max me recuerda, de alguna manera, a la de Rambo. En serio, no lo digo de coña (siendo en conjunto muy superior la de Max, por supuesto). La primera de John Rambo, Acorralado, era como la primera peli de Mad, un notable drama de acción y aventuras. Lo que pasa el amigo Max con su familia…no tiene nombre. Película con un gran nervio, con persecuciones a cámara rápida, pandillas de matones y policías que todavía mantienen alguna ley. A partir de la segunda, en ambas sagas, ya aparece un nuevo universo absolutamente loco y rompedor. En Mad Max 2, El guerrero de la carretera, aparecía ante nosotros un futuro postnuclear absolutamente caótico donde ya no había ni carreteras. Las tribus que lo pueblan, repletas de locos, persiguen con afán el gran premio que es la gasolina. Es, de las cinco, mi favorita. Miller concibió un increíble universo, mil veces copiado a posteriori. En la tercera, mucho más familiar, pero también divertida, Mel Gibson compartía la cúpula del trueno con Tina Turner (la primera vez que la vi cantar en la tele dije: “¡mira, la de Mad Max!”). Qué bizarrada. Era el año 1985 y la saga parecía acabada.
De repente, el mismo George Miller, 30 años después, en el 2015, reinventaba todo su cosmos y ya sin el amigo Mel Gibson (Tom Hardy lo sustituía) nos brindaba una hiperbolizada película de acción y espectáculo donde no había un segundo de respiro. Las dos horas de metraje eran casi, en exclusiva, una grandísima persecución. Magistral. Renovaba el género. La fotografía preciosa, los personajes tan minimalistas como perfectamente diseñados… ¿Para qué iban a hablar? Todo era más grande y más atractivo. En ella se nos presentaba el personaje de Furiosa (de aquella, Charlize Theron) Ahora, en el 2024, encontramos en nuestras salas la historia de este personaje femenino.
A diferencia de Fury Road, Furiosa no es una persecución. Nos cuenta toda una vida desde la niñez de la protagonista, es decir, desde que le quitan todo, hasta el comienzo de lo que vimos en Fury Road. Una precuela perfectamente ejecutada. Dividida en 5 capítulos e interpretada por dos de los actores del momento, Anya Taylor-Joy y Chris Hemsworth (mega maquillado), tiene un esquema clásico de camino del héroe. Creceremos con la protagonista y comprenderemos, por fin, por qué Furiosa se mostraba cargada de rabia en el anterior film. Evidentemente, siendo una precuela de la citada, se acerca al mismo universo de la película del 2015 (siendo el mismo que la primera trilogía de los 80, pero a su vez diferente en la estética). Lo amplía claramente. Entendemos mejor sus mitos y misticismos (increíble la adoración a una motocicleta clásica) y conocemos personajes importantes que comparten espacio con la protagonista, como el hombre-historia que parece “hijo”, directamente, de aquellos hombres-libros inventados por Ray Bradbury en su Fahrenheit 451.
Como dije anteriormente, en una saga donde no hay manzana podrida, había dos obras magistrales que son Mad Max 2 y Fury Road. Pienso que sigue siendo así, pues esta Furiosa no llega a la excelencia de estas, en ocasiones un poco mermada por puntuales desequilibrios en la narración y en el ritmo. Aun un así, en todo momento es interesante y entretenida.
Utiliza muchos efectos digitales, pero no estorban. De primeras llaman la atención, hacen que te frotes un tanto los ojos por ver el método utilizado, pero creo que en general están muy bien, son agradables y no desentonan. Cuando pone la quinta velocidad, lo da todo. Algunas de sus escenas, trepidantes, son para sacarse el sombrero, adrenalina pura de la que esperábamos. En ellas logra igualar a la anterior película de la saga.
Como conclusión decir que Mad Max sigue muy en forma y que su director, George Miller, a sus 78 años, ha ampliado su universo postapocalíptico de una manera notable. Furiosa es un filme siempre disfrutable.
Si te gusta este género, es imprescindible que Furiosa vayas a verla al cine. Entiendo que otro tipo de películas se puedan ver cómodamente en nuestros sofás pero, una como esta, es una pena no disfrutarla en pantalla grande junto a un refresco y a unas palomitas.
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