lunes, 12 de agosto de 2024

Mañana será otro día. Capítulo 30: Longlegs

 

Longlegs

Debo de comenzar esta crónica cinematográfica dedicada a la sorprendente Longlegs hablando de su director, Oz Perkins. Su apellido, sin duda, es de los más reconocibles si hablamos de cine de terror. Su padre, Anthony Perkins, nos regaló el icónico personaje del asesino en serie Norman Bates de Psicosis. Norman, de manera enfermiza, asumía la personalidad de su madre para cometer sus terribles crímenes. Pues sí, Oz Perkins es hijo de esta leyenda del séptimo arte e, incluso, antes de comenzar su carrera como director (Longlegs es su cuarta película; todas ellas de terror) hizo sus pinitos como actor estrenándose, siendo niño, junto a su padre, en la segunda parte de la citada Psicosis (llamada en España El regreso de Norman). Esperen, todavía hay más Perkins en Longlegs. El hermano de Oz, Elvis Perkins, es el compositor de su banda sonora. Seca, fría, en ocasiones casi invisible, apoya a la perfección el tono lúgubre, terrorífico y triste de la película. Tuve la oportunidad, en el 2018, de acudir a uno de sus conciertos. Me cautivó con un estilo folk rock muy innovador. A modo de curiosidad decir que la vida de estos dos hermanos está marcada por las tragedias familiares. Su padre, Anthony Perkins, moría en 1992 a causa del Sida cuando apenas eran unos niños. Su madre, el 11 de septiembre de 2001, falleció cuando el avión en el que viajaba se estrelló contra las torres gemelas de Nueva York.

Una vez que conocemos a sus creadores (por cierto, Oz Perkins también firma el guion de la película), hablemos un poco, solo un poco, de la película, pues casi mejor acudir virgen a la sala de cine. Lee Harker (Maika Monroe) es una joven y muy talentosa agente del FBI. Tiene una especie de hiper intuición. Esta le facilita resolver con facilidad las misiones en las que se involucra. Le asignan un complicado caso de un asesino en serie. Los asesinatos siempre han tenido la misma pauta. Una familia al completo ha sido asesinada por el padre de familia para luego este suicidarse. Han sido 10 familias a lo largo de tres décadas. Lo más extraño de todo es que en cada una de las masacres efectuadas por el padre de familia, aparecieron en las escenas del crimen misteriosos mensajes los cuales demuestran la relación entre cada uno de los casos, más allá de la distancia entre las familias asesinadas, el año en que se han cometido o el hecho de que haya diferentes ejecutores.

Longlegs, desde el inicio, perturba al espectador con un ambiente pesadísimo, angustioso, desesperanzado. No hay una sonrisa a lo largo de la película; miento, mediada la cinta sonríe la madre de la protagonista y se hace extraño e incómodo. Tal gesto no cabe en el mundo que se nos presenta. Oz Perkins, para lograr tal ambiente, se apoya en unos peculiares tonos de fotografía y sobre todo en unos planos, fijos y generales, perfectamente montados, con los cuales nos sumerge, escena tras escena, en el oscurísimo universo creado. Todo fluye bien engrasado en el transcurso de la investigación, y también del filme, hasta que por fin conocemos al asesino en serie. No podía ser interpretado por otro actor. Nicolas Cage, una vez que lo vemos, permanecerá, tras el visionado de Longlegs, en nuestros recuerdos como uno de los monstruos más terribles contemplados en una pantalla de cine. Lo logra apareciendo apenas unos 10 minutos en la película, al igual que ocurrió en su día con el Hannibal Lecter de El silencio de los corderos. Nicolas Cage también produce la película y así podemos entender que este monstruo es creación suya, solo suya. Con su actuación, Cage eleva la película, ya de por sí interesante. Nicolas Cage, en los últimos años, ha demostrado que ha regresado a su mejor versión, apostando en muchas ocasiones por directores prometedores. Él, así, ha aportado la financiación y algunas de sus mejores interpretaciones (Dream Scenario, El insoportable peso de un talento descomunal, Pig, Mandy…). Su asesino de Longlegs será recordado para siempre. Sería imposible tal histrionismo y mal rollo si fuese interpretado por otro actor, fuese quien fuese.

Longlegs es una propuesta certera. Sabe a dónde quiere ir y te mantiene pegado a la pantalla hasta su desenlace. La investigación inicial de la agente Lee pasa a terrenos de terror puro en la segunda parte del metraje. En todo momento resulta interesante y lo que vemos nos provoca una enfermiza curiosidad. En Longlegs resuena el eco de producciones como El silencio de los corderos, Seven o Hereditary. También, quienes hayan jugado al videojuego Alan Wake 2, encontrarán escenas prácticamente calcadas. Estas cercanías, sea en planos, personajes o giros de guion, en ocasiones se hacen demasiado evidentes y junto a un desenlace un tanto precipitado, hacen que la propuesta no llegue al sobresaliente. El homenaje, la cita, en ocasiones es demasiado evidente. Lo que podría ser virtud se convierte en defecto por exceso de forma. Aun así, la película se mantiene sólida y no queda otra que dar las gracias a Nicolas Cage por el regalo (en conjunto) brindado.

Longlegs es una nueva demostración de que con buenas ideas, mucho trabajo y mucha imaginación se puede compensar un ajustado presupuesto. Es cierto que estas semanas se habla de las exuberantes cifras recaudadas por la entretenida Deadpool y Lobezno. Costó 200 millones de dólares y va camino de los 1000 millones recaudados. Longlegs, con un presupuesto de 10 millones de dólares, lleva recaudados el día que esto escribo 80 millones solamente en Estados Unidos. Echen cuentas.

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