lunes, 22 de julio de 2024

Mañana será otro día. Capítulo 27: El castillo ambulante.

 

El castillo ambulante (2004)

Regresa a las pantallas de nuestros cines la maravillosa película de animación, realizada por el genio Miyazaki, El castillo ambulante. A dos décadas de su estreno, la distribuidora Vértigo films ha decidido reestrenarla en salas por su aniversario, como hizo hace pocas semanas con otro clásico del director: Nausicaa del valle del viento (en el caso de esta película eran 40 los años cumplidos).

Un año después del éxito de Nausicaa, en 1985, Hayao Miyazaki y su amigo Isao Takahata fundan los estudios Ghibli, los estudios de animación más famosos en todo el mundo oriental. Takahata nos había traído a nuestros ochenteros televisores series que nos hicieron reír y llorar como Heidi y Marco. Marca de la casa. Todo el mundo, con una edad, las ha visto y pocas de estas personas saben el nombre de su autor.

Los dos artistas, con el paso del tiempo, han ido sacando sus obras bajo el paraguas del estudio Ghibli. Mis favoritas de Miyazaki son Mi vecino Totoro(1988), La princesa Mononoke (1997) y El viaje de Chihiro(2001). De Takahata lo tengo claro. Hay un filme que destaca en su filmografía. Su visionado lo considero fundamental para comprender lo que supone una guerra y sus consecuencias. Estoy hablando de La tumba de las luciérnagas (1988). Este filme, tan lleno de amor como de dureza y tristeza, fue estrenado en su momento en sesiones dobles junto a Mi vecino Totoro, la obra más amable de los estudios Ghibli. No sé a quién se le ocurrió, la verdad. Las caras de los pobres espectadores (no quiero pensar en la de los más pequeños de las salas) al finalizar la sesión debieron de ser un poema. En mi opinión, sin duda, es un filme necesario, una obra maestra del cine y de la animación. Aun así, debe de ser visto a una edad donde haya suficiente madurez (hacia los 12 años) y acompañado de una persona adulta, que con anterioridad haya visto la película. Un infante no debe recorrer el viaje (hacia la muerte) de Seita y Setsuko en soledad.  El adulto debe estar junto a él para responder a las preguntas que vayan surgiendo al verla. La tumba de las luciérnagas requiere de diálogo y reflexión para que la experiencia no se convierta en traumática. Si Pixar hace películas tanto para niños como para adultos desde hace unos cuantos años, Ghibli las ha realizado desde su fundación.

Miyazaki, en la edición del 2002, había ganado el Óscar a la mejor película de animación por El viaje de Chihiro. Estaba en la cima de su carrera. El castillo ambulante, su siguiente trabajo, apenas estrenado dos años después de Chihiro, comparte ideas con su hermana mayor. Si el anterior filme de Miyazaki bebía con claridad de Alicia en el país de las maravillas, en este caso la historia de referencia es El mago de Oz. Encontramos al mago Howl al que le falta el corazón, un espantapájaros nos acompaña en determinados momentos de la aventura y también está la bruja del páramo.

Sophie es una joven sombrerera. Un día se cruza con la bruja del páramo y esta le lanza un hechizo que la convierte en una anciana de casi 90 años. Así comienzan las aventuras de Sophie, en busca de su juventud perdida. Es patético encontrarse a personas intentando recuperar una juventud que no disfrutaron (podrás cambiar de vida, tener diferentes experiencias, … pero los tiempos de cuerpos tersos y sin arrugas nunca van a volver), pero es más triste ver a la pobre Sophie en la búsqueda de una juventud que nunca tuvo, que no pudo disfrutar porque se la han arrebatado. Por este motivo se dirige al castillo ambulante de Howl, conocido mago de un mundo imaginario con sorprendentes máquinas futuristas que funcionan a vapor.

Como siempre, en las historias de Miyazaki, el género de los protagonistas no los definirá. Sophie es mujer. En ocasiones es una aventurera, en otras tiene miedo. A veces es simpática, a veces insoportable. Howl es egocéntrico, caprichoso, pero también bueno y honorable. Hasta la bruja del páramo, que se nos presenta como malvada, tiene sus aspectos positivos y será parte fundamental de toda la historia. Miyazaki nos regala en sus apasionantes mundos personajes tan mágicos como imperfectos. Como la vida misma…Los que parecen enemigos para siempre…se ayudan y se protegen. Hayao Miyazaki es un ser humano impresionante. Desprende humanidad por cada uno de sus poros. Sus películas nos enternecen y nos enseñan la magia que también habita en nuestro mundo y, sobre todo, en las personas que formamos parte de él.

El castillo ambulante es de las mejores películas de los estudios Ghibli. Una joya que, sin duda, vale la pena disfrutar de nuevo en pantalla grande. Si no está en el altar de las otras producciones anteriormente citadas, es por poco, medio peldaño por debajo; sin más. Además, como en casi cada una de las películas de Miyazaki, cuenta con la impresionante música del compositor Joe Hishaisi, el “Ennio Morricone asiático” que sabe tocar todos los géneros y que, siempre sale triunfador de la tarea en la que se ha sumergido. Hishaisi ha sabido meternos en los mundos oníricos del maestro Miyazaki, tanto como lo hizo en las películas de mafia de otro maestro japonés como es Takeshi Kitano. Qué grande.

Para finalizar, recomendaros también el visionado de El chico y la garza (2023), la última película del maestro Miyazaki en la que, de alguna manera, revisa toda su obra y en la que incluso se concede uno de los papeles protagonistas.

Y decían que los dibujos animados eran para niños…

domingo, 14 de julio de 2024

Mañana será otro día. Capítulo 26: Matar un ruiseñor

 

Matar un ruiseñor (1962)

En 1960 Harper Lee publicaba Matar un ruiseñor, única novela que escribió en sus 89 años de vida (Ve y pon un centinela se publicó poco antes de su muerte, pero no deja de ser un primer borrador de la anteriormente citada). Ganó el premio Pulitzer y se convirtió en un gran best seller leído por decenas de millones de personas. Es una maravilla, sin duda una obra maestra de la literatura. Harper Lee novelaba su infancia y la transformaba en una ficción absolutamente real. Qué gran escritora.

Dos años después, en 1962, Robert Mulligan la adaptó al cine y fue nominada a 10 estatuillas. Se llevó tres de los Óscar principales. Otra obra maestra, esta vez del séptimo arte. Completa el trío de ases, la novela gráfica del mismo nombre, adaptada por Fred Hormam en el 2018.

Maycomb, Alabama, principio de los años 30 del siglo pasado. Dos hermanos, Scout y Jem (de 6 y 10 años cuando comienza la historia), entablan amistad con Dill, recién llegado a Maycomb que, tras este primer verano, los irá acompañando en esta temporada estival y en su crecimiento. Si el personaje de Scout representa a la propia escritora, Lee Harper, el de Dill resulta ser el escritor Truman Capote, amigo desde la infancia de Harper.

Lee Harper narró como nadie la visión infantil del trío protagonista. Reconoces las voces infantiles en el relato. No son ñoñas, no son estúpidas, son simplemente infantiles. Mágico y dificilísimo. La primera parte de la obra sigue a estos tres jóvenes protagonistas en la búsqueda de respuestas al caso del misterioso Boo Radley. Este, de joven, tuvo problemas con la policía y sus padres. Estos últimos, fervientes religiosos, lo mantuvieron prisionero en su hogar. Ya nadie sabe de él y en el pueblo, con el paso del tiempo, se ha creado toda una mitología sobre su figura.

Los niños no paran de tener trepidantes aventuras. Mientras, en escena, poco a poco, con toda la calma del mundo, comienza a emerger uno de los mejores y más increíbles personajes secundarios que ha dado la literatura: Atticus Finch, el padre viudo de Scout y Jem. Atticus, en la película del 62, es interpretado con grandiosidad por Gregory Peck. En el film, Atticus ya no es secundario. Mulligan sabiendo, sin duda, que tenía una auténtica joya entre las manos, decidió ponerlo en el mismo nivel (y en muchos parajes de la película por encima) que el de los propios niños. El estrellato de Gregory Peck seguro que también influyó en esto.

Atticus es el personaje de la razón, de la amabilidad, de la templanza por excelencia. El padre que todos quieren tener y que Scout y Jem irán poco a poco descubriendo, pues al fin y al cabo esta es una historia de descubrimientos.

Un día, con la inocencia que le caracteriza, Scout, le preguntará a su padre por qué es tan viejo (ronda los 50). Atticus le responde que es muy viejo porque empezó a vivir muy tarde. Quizás mi recién llegado hijo Álex, un día, me haga la misma pregunta. Por suerte, ya tengo respuesta.

Comienzan a insultar a los hermanos en la escuela cuando su padre, honrado abogado, de los que cobran de los más necesitados en especias, comienza a defender a un hombre negro acusado de violación. Scout, día sí, día también, se mete en peleas a causa de este hecho. Atticus le pide que, por favor, no se pelee. Al fin y al cabo, esos niños no saben lo que hacen. Ella le pregunta por qué defiende a ese hombre si por ello, todo el mundo, se pone en su contra y en la de sus hijos. Él dice que no todo el mundo lo odia. Calpurnia, mujer negra que trabaja en su casa, está contenta con este hecho. De todas formas, le dice a Scout que él lo defiende porque si no lo hiciese, no podría mirarlos a ellos, a sus hijos, a los ojos. También le dice a la pequeña que no hay opciones, que va a perder el juicio. Entonces, ¿por qué lo haces?, pregunta la niña. “El hecho de saber que hayamos perdido la batalla de antemano, no es motivo para que no intentemos vencer”.

Scout descubre un día, ante un perro rabioso, con un rifle en sus brazos, que su padre es el mejor tirador de Maycomb. Nunca lo había visto con un arma, mientras el resto del pueblo presume de ellas. Su hermano Jem entiende por qué nunca les había hablado de esta facultad: “Un hombre de bien no se enorgullece de sus talentos”. Jem crece frente a los ojos de Scout. El padre también le explica que él no quiere armas porque no quiere utilizarlas. Ese día también descubren que se pueden cazar todo tipo de pájaros, excepto a los ruiseñores. Estas pequeñas aves no se comen los huertos ni anidan en los graneros de maíz, lo único que hacen los ruiseñores es cantarnos para alegrarnos la vida.

La parte final de la historia se bifurca en dos.  Por una parte, la resolución del juicio del negro Tom, donde los pequeños, sentados en el público junto a la población de color de Maycomb, descubren el magnífico abogado que es su padre, desmontando toda la falsa acusación al negro Tom. También verán con sus propios ojos el injusto sistema en el que viven, lleno de clasismo, machismo y racismo. Y entre todo eso…su padre Atticus, una persona repleta de dignidad. Cuando el juicio ha finalizado, encontramos a Scout, tras escuchar la sentencia, pulverizada. Solamente quedan en el juzgado las personas de color y ellos. De repente, le exclaman: “Scout, levántate”. ¿Por qué?, pregunta ella. “Su padre abandona la sala”.

La resolución del juicio se entrelazará con el caso que los críos llevan años escarbando. Boo Radley (interpretado por un jovencísimo Robert Duvall) saldrá por fin de casa y, curiosamente, lo hará en ayuda de los niños. Será el único día que Scout lo vea en su vida. La pequeña comprenderá que Boo Radley no sale de su casa porque no quiere. No puede enfrentarse a un mundo en el que constantemente sería señalado por ser diferente. A Scout todavía le queda un aprendizaje. Para salvar al pobre Boo, su padre y ella, van a tener que mentir. A los dos les cuesta, pero no hay otra opción. El bien, en ocasiones, no es cómo lo imaginamos. Scout, la cual bebe y bebe de su padre en valores, en personalidad, en claridad, en amabilidad, en empatía…percibe que es lo justo. Si no lo hacen, de alguna manera, acabarán con el pobre Boo…

Sería, como bien dice Scout, como matar un ruiseñor.

domingo, 7 de julio de 2024

Mañana será otro día. Capítulo 25: Un lugar tranquilo, día 1.

 

Un lugar tranquilo: Día 1

Qué gran año el 2018 para el Cine. Todavía no había aparecido ese maldito virus que se llevó por delante a tantas y tantas personas, transformó nuestra normalidad (ya extraña de por sí) y, de alguna manera, dio un empujón hacia el vacío a las amadas salas de cine. Cierto que las plataformas ya habían cogido mucho terreno en nuestros hogares anteriormente, pero, sin duda, esa época en la que tuvimos que pasar tiempo en casa ayudó a moldear nuevos hábitos. Peleemos por nuestros cines. La experiencia televisiva, por muy grande que sea la pantalla de nuestra morada, nunca es igual ni se le acerca.

Ese 2018, los amantes del género de terror, y del cine en general, nos alegrábamos ante dos estrenos cinematográficos que marcaban un antes y un después para el cine de género del siglo XXI. El nuevo cine de terror ofrecía buenas ideas, mucha imaginación y muy buen hacer con bajísimos presupuestos.

Por un lado, el estadounidense Ari Aster se daba a conocer mundialmente con su primer largometraje, Hereditary (10 millones de dólares de presupuesto). Con él nos “volaba la cabeza” (ups, no debería haber utilizado esta expresión para hablar de esta película) abriendo el (mal) llamado terror elevado y presentándose ante nosotros como un director con gran proyección y, sin duda, a seguir. Por otro lado, casi a la par, se estrenaba una pequeña película dirigida por John Krasinski, más conocido como actor (The office, por ejemplo) que por su faceta como director. Un lugar tranquilo se llamaba la película. Aparte de dirigirla, la protagonizaba. Él como padre de familia. A su mujer la interpretaba Emily Blunt, también su mujer en la vida real. Como veis, un proyecto de lo más familiar. Con 17 millones de dólares de presupuesto (ínfimo para la industria estadounidense), logró recaudar 340 millones de dólares en todo el mundo. Todo un bombazo. La película nos cuenta las andanzas de la familia Abbott, tiempo después de la llegada al planeta tierra de una raza de alienígenas que ha diezmado la población mundial. Estos extraterrestres no ven, pero tienen un oído súper fino con el cual descubren con facilidad a sus presas. Esta familia sobrevive, apartada del mundanal ruido, en una finca del estado de Nueva york. Se comunican gracias al lenguaje de signos, conocido por la familia debido a que una de las hijas, Regan, interpretada por Millicent Simmonds, es sorda. La actriz también lo es en la vida real y este hecho se percibe durante todo el metraje y es uno de los grandes filones de la película. Habiendo monstruos, que los hay, y un terror atmosférico realmente agobiante, Un lugar tranquilo es una película que trata sobre el cuidado de la familia. Del sacrificio de los padres hacia sus hijos que, sin duda, puede llegar hasta los límites. Peliculón y toda una sorpresa. PD: La escena del parto en silencio de Emily Blunt ha quedado grabada en la memoria de cada una de las personas que han disfrutado el film.

Ante el éxito recibido por crítica y público, no tardó mucho en llegar una secuela más enfocada a la acción. Sin la capacidad de sorpresa de la primera, continuaba la historia de supervivencia de la familia Abbot y, la verdad, aparte de entretener, poco nos decía.

De repente se anuncia esta tercera parte de la saga: Un lugar tranquilo: Día 1. Krasinski solamente se queda con las funciones de productor y guionista. De primeras el proyecto asustaba, pero no por los monstruos. Un halo de esperanza surge cuando vemos que el director elegido para la ocasión es Michael Sarnoski. Su primer trabajo había llegado de la mano de Nicolas Cage en el 2021 y nos había sorprendido gratamente. Se llama Pig y la podéis encontrar en las plataformas más populares. En este film se nos cuenta el secuestro de la cerda de un magnífico cocinero retirado (Cage). Él se marcha en su búsqueda. Parece una historia de venganza y mamporros (a lo Mandy, 2018, también con Cage) que se convierte según avanza en un maravilloso tratado sobre el duelo. Buenísima. Pig es todo lo que parece que no va a ser.

Un lugar tranquilo: Día 1 pertenece al mismo universo que las dos películas anteriores de la saga, pero en ella aparecen nuevos personajes con los que asomarnos a los primeros días de la llegada de los extraterrestres. Nueva York es una protagonista más. Comparte planos con los excepcionales Lupita Nyongó (ganadora del Óscar por 12 años de esclavitud) y Joseph Quinn (popular por interpretar a Eddie en la última temporada de Stranger Things. Sí, el chavalito que interpreta el tema de Metallica: Master Of Puppets).

Lupita tiene que sobrevivir al ataque alienígena casi sin ganas. Tiene los días contados. Es joven pero un cáncer terminal está acabando con ella, al igual que hizo con su padre cuando apenas era una niña. Cosas del destino. La depresión la tiene cautiva y para qué sobrevivir con tales perspectivas... En la segunda escena de la película nos vemos envueltos en el primer ataque alienígena a la tierra. Terriblemente espectacular; nunca lucieron tanto como aquí los alienígenas en la saga. Las imágenes de este nuevo Nueva York nos recuerdan a las vistas del inolvidable ataque a las torres gemelas en el 11-S. Lupita y Quinn, los dos juntos, son conscientes a lo largo de los 100 minutos que dura el metraje (perfecto, gracias), que quizás mañana estarán muertos, pero hoy no, hoy están vivos y eso es lo único importante. De esto realmente trata la película, de aprovechar cada uno de los suspiros que emitimos. El mañana nunca existe. Viéndola en el cine apareció en mí el recuerdo de mi abuela. Pocas horas antes de morir, ya muy desgastada por los años, disfrutaba de unas jugosas gominolas italianas. Estaba viva.

Entremezclada con unos impresionantes “sets pieces” de acción, encontramos un precioso y maravilloso drama de supervivencia. La pareja protagonista se luce en todo momento. El director Michael Sarnoski nos ofrece algunas escenas propias del mejor cine mudo (véase la escena del pub). Recuerden que en este mundo no se puede hablar ni emitir sonidos. Muy emocionante, al finalizarla ya no sabemos si fue mejor esta tercera parte o la película que iniciaba la saga. Ya con reposo, creo que las dos son muy diferentes y absolutamente complementarias. Cierto que en esta tercera parte también actúa un gato y lo hace realmente bien.

Por cierto, en la última escena de la película escuchamos el eterno tema de Nina Simone: Feelin Good. En pocas películas hemos escuchado un tema musical que encaje de manera tan precisa con las imágenes que llegan a nuestros ojos. Perplejo, inmóvil, me quedé un buen rato pegado a mi butaca. Vayan a verla.