domingo, 7 de octubre de 2012

Donando esperanza ( publicado en el Diario de Ferrol el 13 de abril del 2008)

Diez de la mañana. Sentada en una silla de un hospital de Vigo se encuentra Ana. No está escribiendo, ni viendo la televisión. Una máquina trabaja por ella desde hace cuatro años. Día sí, día no. Tiene veinticinco años y la relación con esta extraña compañera ya se hace duradera.
El día es de la más normal, pero algo raro nota en las enfermeras que le atienden(cuchichean demasiado). Cuando hablan con ella, lo hacen con una media sonrisa. Se muestran de lo más intrigante. Ella tan solo espera que acabe la diálisis, pues como de costumbre se encuentra muy cansada.
A poco más de 100 km. Se encuentra Pablo, tiene 15 años y vive en A Coruña. Él, en su habitación recibe la visita de la misma compañera. Mira el reloj con insistencia, quiere acabar para poder estar con sus amigos. El fin de semana pasado no pudo salir con ellos, pues tenía que madrugar para dializarse.
La madre de Pablo no para de dar vueltas por la casa sin decir una palabra.
Ana acaba la diálisis y, en ese preciso momento, observa que su padre se encuentra fuera de la sala. Se le hace extraño a esas horas, debería estar trabajando. Se acerca a ella. Detrás, las enfermeras sonríen ya claramente.
Pablo acaba también. Mientras, su madre sigue dando vueltas. El novio de ella entra en casa.
  • Pero cómo, ¿ no se lo has dicho?
  • No pude, no pude- dice ella.
Él se acerca a Pablo. Le comunica que hay un riñón para él y que la ambulancia viene de camino.
Ana recibe la misma noticia. Ella es charlatana pero no sabe qué decir. Suspira.
Siete de la tarde. Todo preparado. El el hospital, en dos salas paralelas, se encuentran dos equipos médicos dispuestos a comenzar la operación.
Tras ésta, si no se producen complicaciones, Pablo y Ana darán comienzo a otra batalla. Sus cuerpos deben responder ahora al nuevo órgano, pero siempre con la ilusión de una vida mejor para ellos.
El trasplante es, hoy en día, una técnica muy desarrollada que tiene muy buenos resultados para los receptores de órganos. Eso sí, está siempre condicionada por la solidaridad de los donantes. Sin éstos, no hay trasplantes.
España es el país con mayor tasa de donación de todo el mundo. Desde que se realizó el primer trasplante en nuestro país, se llevan realizados más de 53.000 de órganos, y alrededor de 200.000 de tejidos o células.
El proceso comienza al producirse un fallecimiento. Primero se valoran los órganos y tejidos del cuerpo que puedan ser válidos( corazón, pulmones, hígado, páncreas, riñones, piel, córnea, huesos o médula ósea son revisados meticulosamente para decidir si son aptos).
A continuación, la parte más delicada. Se le consulta a la familia del fallecido, pocas horas después de su muerte, sobre la voluntad de éste en relación con la donación. Se formula la pregunta más difícil, en el momento más complicado, pero esa respuesta es clave para otras personas.
Si los allegados dan el visto bueno, se ponen en marcha todos los mecanismos para llevar a cabo la donación, buscando los receptores más adecuados, en una gestión donde pueden llegar a participar más de cien personas.
El proceso acaba en una sala de operaciones como la de Ana y Pablo.
A la hora de recibir un trasplante, todos tenemos el mismo derecho y las mismas posibilidades.
Hace unos años, un anciano, ya cerca de los noventa años, me dijo algo que me hizo reflexionar. Decía que la vida, sin duda, es un paso agradable si no se sufren en ella grandes desgracias. La suya lo había sido, y así pasaba tranquilo sus años de vejez.
Efectivamente, la suerte en la vida no es la misma para todos y, desde luego, hay quien sufre carencias o deficiencias físicas que marcan su trayecto vital. Quienes tienen la gran suerte de tener salud, el pararse un minutos de sus vidas en pensar en quien no la tiene, debería ser un acto lógico y responsable.
Convertir la desgracia del que fallece y la del posible receptor en esperanza, se pude llevar a cabo a partir de una decisión tomada en vida. Esta decisión de futuro va mucho más allá que un bonito “nicho” o un funeral bien arreglado. Es una reflexión encaminada hacia dar vida. Los avances científicos hacen que la fe no sólo sea una cuestión religiosa.
Para donar, como los que tiene la última palabra son los familiares del fallecido, simplemente se debe hablar con ellos para expresarles nuestra decisión y que ellos tomen conciencia de lo que hacer en caso de defunción.
Debemos tener en cuenta que hay una larga lista de espera de persona que confían en la solidaridad de otros, para poder continuar con normalidad sus vidas.
Sin duda, la donación es la única manera de aportar algo positivo a una muerte.