domingo, 25 de febrero de 2024

Mañana será otro día. Capítulo 6: Sala de profesores.

Sala de profesores

El mundo de la enseñanza, dentro del panorama cinematográfico, es un género en sí mismo. Los quince años en los que he sido maestro de primaria hacen que me acerque a estos films, si acaso, con mayor interés.  Como dice mi buen amigo, y antiguo poseedor de esta sección cinematográfica en el Diario de Ferrol, José Torregrosa: noble profesión la de maestro. Sin duda, una que marca (para bien o para mal) a la ciudadanía del futuro más cercano.

Nos hemos encontrado a lo largo de la historia del séptimo arte, diferentes enfoques de cómo abordar la labor pedagógica. En El pequeño salvaje, François Truffaut, director y protagonista de la cinta, nos presentaba a Jean Itard, educador de Víctor, un niño de unos 12 años, aparecido en un bosque francés que había sobrevivido en este, increíblemente, con la ayuda de una manada de lobos. Cuando lo encontraron poco tenía de humano. El educador comenzará entonces un trabajo de humanización del pequeño y nosotros atónitos testigos. En esta historia real profundizamos en el aprendizaje y la socialización de las personas. Maravillosa, sin duda. Si no la han visto, a por ella.

En Una semana de vacaciones, Bertrand Tavernier, reflexionaba sobre la educación y el oficio de educador. Una semana para replantearse si continuar o no, en una profesión de tan profundo calado como esta. Profesor Lazhar, de Philippe Falardeau, se adentraba en el mundo de las emociones infantiles, en el dolor, en el duelo.

Hoy empieza todo, también de Bertrand Tavernier, es una auténtica obra maestra, con multitud de ejes en los que fijarnos. Destripa la realidad y miserias de nuestra sociedad, fijándose en los ojos de nuestros críos, de los más pequeños. En ella, Daniel Lefebvre es el director de una escuela infantil de un barrio marginal de un pueblo minero del norte de Francia. Peleará contra las instituciones para que su alumnado (y sus familias) tengan un mínimo de oportunidades para poder manejarse. La pedagogía, en este film imprescindible para cualquier educador o para cualquier persona, está también muy presente. Qué joya.

Un género que, desde luego, nos ha dejado infinidad de grandes películas a reivindicar. En ellas, por lo general, se nos presenta a los maestros y maestras como humildes guerreros que luchan, como David contra Goliat, contra un abominable sistema.

Pues bien, Sala de profesores, película alemana del berlinés İlker Çatak, la cual hoy traigo a esta sección, no nos habla tanto de pequeños héroes, sino de un centro educativo como metáfora de la sociedad actual en la que vivimos en nuestra Europa.

Este instituto, de primeras, cuenta con una apariencia plenamente democrática, igualitaria, con un (según avanza descubriremos que falso) diálogo social entre todos los partícipes del centro educativo.

En este centro trabaja la profesora Carla Nowak. Ella es joven, tiene ilusión por su profesión, maneja a su tribu de una forma sorprendente, fresca, didáctica, muy democrática. Mantiene, sin aparentes mayores esfuerzos, el equilibrio en su tutoría. Da la sensación de que su alumnado la valora y la quiere a partes iguales.

Pero algo ocurre que va destrozar esta mentirosa y frágil paz social. Se producen una serie de robos en el centro educativo. Tranquilos, no estoy contando de más, todo esto ocurre al comienzo de la película. De repente, nos encontraremos al profesorado ejerciendo de policías y realizando duros interrogatorios (disfrazados de amables conversaciones) a su alumnado. Descubriremos también el papel que asume el equipo directivo ante todo esto.

Pues bien, la buena de Carla no puede quedarse quieta ante el acoso que están sufriendo sus alumnos, cercanos ya a la adolescencia. Los defiende a capa y a espada y sospecha que, quizás, el causante de los hurtos, puede ser uno de los profesores. Así, decide actuar, al igual que antes hicieron sus compañeros, con malas praxis. Graba, con su ordenador portátil, a sus compañeros en la sala de profesores, sin que ellos lo sepan. Un único objetivo: descubrir quién es el verdadero ladrón del instituto. En la grabación descubre algo que puede ser, o no ser. Pero ella saca conclusiones e informa, y enseña el vídeo, a la dirección. Aquí comienza el caos.

A modo de thriller, durante los 100 minutos que dura este film alemán, se nos irán mostrando las debilidades de un sistema que simulaba ser todo paz y armonía. El profesorado, las familias de los niños, un alumnado descontento ante todo lo que les rodea y en medio la profe Carla, queriendo regresar al punto de partida, deseando que todo sea como antes, arrepentida por no haber tomado otras decisiones, anhelando volver a ser una maestra…

La bola de nieve, minuto a minuto, no dejará de crecer. La película tiene un ritmo frenético, ansioso, llena de tensión, aun siendo un instituto el lugar donde se desenvuelve la trama. Según avanza el metraje, percibiremos las grietas de la institución, de la sociedad y de las personas que formamos parte de estas.

Después de mi experiencia como maestro tengo claro, como dice el amigo José, que sí, que es una noble profesión. También afirmo, sin dudarlo ni un instante, que ser profesor no es compatible con ser policía, investigador privado, juez, chivato…Cada uno a lo suyo. Los maestros a educar y a dar clase.

Sala de profesores es una buena película que nos atrapa desde el primer minuto. Ella nos hará reflexionar sobre la sociedad punitivista en la que estamos inmersos. Escucharemos una y otra vez eso de “cero tolerancia”. Qué miedo me da todo esto. Da la sensación que esa frase justifica cualquier cosa. 

Este film alemán competirá, dentro de nada, con otro puñado de peliculones en la ceremonia de los Óscar, a mejor película de habla no inglesa. La verdad es que esta ceremonia me importa más bien poco, pero también debo decir que, realmente, este año, sí que van a participar las mejores películas del pasado 2023 y no “bombazos” amables para llenar la caja registradora. En todas las categorías hay grandes películas a destacar y España estará muy bien representada con La sociedad de la nieve y con Robot Dreams.

Por cierto, para acabar, recomendar una película del año 2005 del director Rian Johnson (Looper, Puñales por la espalda, Los últimos Jedi…) llamada Brick. El espacio donde se desarrolla es un instituto del sur de California. De manera muy original, nos adentraremos en una investigación propia del cine negro, tanto en el fondo como en las formas. Otra forma más de adentrarse en el mundo educativo. Muy recomendable.

Sala de profesores la podéis disfrutar en los Cines Dúplex de Ferrol.


lunes, 19 de febrero de 2024

Mañana será otro día. Capítulo 5: La tierra prometida(Bastarden)

La tierra prometida (The Bastard)

El cine danés continúa en plena forma. Posee un puñado de realizadores que llevan décadas destacando tanto en su tierra natal como en el panorama internacional. Sussane Bier, por ejemplo, baila entre casa y producciones estadounidenses. Sus magníficas En un mundo mejor o Hermanos, las combina con películas yankis resultonas, pero no mucho más, como la mini serie The Undoing o la película de Netflix Bird Box, con Sandra Bullock. También en el país nórdico encontramos a Lars Von Trier (Bailar en la oscuridad, Melancolía…) y Thomas Vinterberg (Celebración, Submarino…), creadores en su momento de aquella experiencia que no dio tanto, pero sirvió de mucho, llamada Dogma 95.

Thomas Vinterberg ha grabado dos de las mejores películas europeas de las últimas décadas, La caza y Otra ronda, junto a su actor fetiche, igualmente danés, Mad Mikkelsen. Mikkelsen es uno de esos actores que enganchan, que arrastran al cine a muchos espectadores. Verlo en pantalla ya sube puntos cualquier propuesta en la que se encuentre. Es tan bueno que se sabe mover a la perfección en todo tipo de papeles. Lo hemos visto en Hollywood, de malo malísimo en las sagas de James Bond o Indiana Jones y haciendo de Hannibal Lecter en la serie del mismo nombre. Por cierto, en las tres temporadas de las que consta, realiza una magnífica interpretación de ese terrible asesino, además de caníbal, que popularizó hasta el límite Anthony Hopkins. Quien no tenga serie para ver y no la haya “cazado” con anterioridad, ya sabe.  

De todas formas, a mí me gusta más el amigo Mad cuando interpreta a tipos normales. A uno de esos que se enfrente a los avatares de la vida, a esos problemas que podrían ser los nuestros. Es decir, los más corrientes y complicados. Él, en esos personajes, siempre nos muestra esa mirada única de bondad y melancolía que lo hacen inconfundible. Mad Mikkelsen solo con su presencia, llena la pantalla de nuestros cines o nuestras casas.

Pues bien, él protagoniza esta estupenda película de la que hoy os hablo: La Tierra prometida. Por cierto, el título original es Bastarden (Bastardo) y, sin duda, es mucho más acertado por todo lo que cuenta el film. Joder, además es el título que le han puesto sus creadores…Qué manía tenemos en este país de cambiar los nombres a las películas. Además, en este caso, lleva a confusión. Lo que vamos a ver no presenta elementos bíblicos ni nada parecido y sí la evolución política/moral de un bastardo.

Dirigida por el también danés Nikolaj Arcel (para mí conocido por ser el guionista de las pelis europeas de Millenium), es una gran producción europea que cuenta con un presupuesto de 8 millones de euros que lucen de maravilla.

Estamos en 1755. El capitán Ludvig Khalen (Mikkelsen) llega a la inhóspita Jutlandia con el propósito de cumplir los sueños del rey de su país y conseguir cultivar una tierra árida, casi imposible, abandonada por todos. Él, ya hombre maduro, ha llegado a capitán después de muchos años en el ejército y ahora quiere cumplir su sueño: ser un noble. Llega a un acuerdo con la aristocracia. Si consigue resultados, se le dará un título nobiliario y tendrá criados a su servicio. Así, su sueño es conseguir lo que se le ha negado desde su nacimiento por ser un hijo bastardo, fruto de una de las tantas violaciones que los nobles ejercían sobre sus criadas. De todas formas, aun así, él cree en el sistema. Asume su papel de clase menor. Ha tardado 25 años en llegar en capitán y si hubiese sido noble tardaría apenas seis meses. Así son las reglas, dice él.

Aquí comienza la increíble epopeya de la que vamos a ser testigos. El personaje interpretado por Mad Mikkelsen comenzará a hacer lo imposible para lograr que sus 30 sacos de patatas florezcan en una zona que no le interesa a nadie, o a casi nadie.

El amigo Ludvig bregará y bregará hasta que sus manos sangren de trabajar. Lo hará con apenas nada. Además, se encontrará a un enemigo con el que no contaba. No es otro que el despiadado terrateniente Frederik Schinkel (bueno, él quiere que se le llame De Schinkel, pues parece que así gana caché), único gobernante de la zona que se empeña en decirle que el brezal le pertenece a él y no al rey.

El agricultor, además de capitán, contará con la ayuda de Barbara, antigua criada huida de Schinkel y de una pequeña niña gitana. Esta es acusada por los colonos y por toda la población del lugar de que las mujeres de su cultura traen mala suerte. O se marcha ella o se va el resto. Maravillosas las dos actrices, por cierto. La pequeña transmite dulzura y picardía por todos sus poros.

Enormes las dificultades para el amigo Mikkelsen y, aun así, asistiremos a la construcción de una casi imposible familia, en una época dura y a su vez atractiva. Nos recordará a una película del viejo oeste, donde las tierras son infinitas y el mundo es tan grande que apenas nadie lo conoce. Allí, hombres y mujeres sencillos buscan, como siempre ha sido a lo largo de la historia, un futuro mejor.

En busca de un sueño, junto a ellas, sin esperarlo, Ludvig Khalen encontrará la felicidad. Cuando la pierda, se dará cuenta, por fin, que este era su verdadera suerte y no el hecho de tener riqueza o un título nobiliario.

La tierra prometida (El bastardo) se disfruta en cada uno de sus 127 minutos. En ella recuperamos un cine clásico, de grandes planos e inmensos escenarios acompañados de pequeñas grandes historias. Viéndola, por momentos, me recordaba a la obra maestra de Kevin Costner, Bailando con lobos.

Todo está bien en ella: el guion milimétrico, la premisa, la ambientación, los personajes de Barbara y la pequeña cíngara, el malo malísimo de la historia (en serio que es terrible), la fotografía, la música…Y luego está Mad Mikkelsen. Si la película ya de por sí era de notable alto, este actor perpetuamente en estado de gracia la eleva al sobresaliente. Con su profunda mirada llegaremos a un apoteósico acto final, cerrando esta bella película de luchas, aprendizajes y amores

Id a verla al cine. Vale la pena. La podéis encontrar en nuestra comarca tanto en los Cines Dúplex de Ferrol, como en los Cines Odeón en Narón.

 

 

lunes, 12 de febrero de 2024

Mañana será otro día. Capítulo 4: Pobres criaturas.

 

Sin duda, los amantes del cine estamos de suerte. En este inicio de año estamos recibiendo en nuestras salas un aluvión de muy buenas películas que nos hacen dichosos y nos alegran un poco la vida.

De la que os hablo hoy, en mi opinión, es la joya de la corona. La mejor película que he visto en los últimos doce meses, el mejor film de su director, Yorgos Lanthimos (Canino, Langosta, EL sacrificio de un ciervo sagrado…) y la mejor de las tres películas que pelearán, dentro de nada, por hincharse a premios Óscar. Competirá por ellos con Oppenheimer de Nolan y con Los asesinos de la luna de Scorsese. Antes de las 11 nominaciones que le han dado a Pobres criaturas, ya se había llevado unos cuantos Globos de oro y el León de oro de Venecia.

Todas las propuestas de este director griego me han resultado interesantes. Aquí, con Pobres criaturas, va más allá. Me agarra en cada una de las aristas de la obra (su estética, su humor, su pasión…) y logra emocionarme con esta (de alguna manera) revisión del Frankenstein de Mary Shelley, o de La novia de Frankenstein de James Whale.

Pobres criaturas (adaptación de la novela de Alasdair Gray, del mismo nombre) nos presenta al personaje de Godwin Baxter, increíblemente interpretado por Willem Dafoe. Él es un excéntrico científico que realiza imposibles experimentos con humanos y animales, al igual que hizo su padre, otra leyenda de la ciencia, con él mismo. La primera parte del film lo inunda un brillante blanco y negro, acompañado de un objetivo de ojo de pez, lo que hace que todo lo que vemos sea más claustrofóbico e incluso un tanto mareante.  Por su mansión se pasean multitud de sus creaciones. Monstruos imposibles: pato con cabeza de cerdo, perro con cabeza de pato…Yorgos nos enseña este mundo en el que viven, ubicándolo en lo que parece ser un alternativo final del siglo XIX. Allí, frente a todos estos extraños especímenes, conocemos a Bella, el gran experimento del científico loco.

Bella tiene el cerebro de un bebé y, según crece, avanza en su psicomotricidad, a la par que va ganando su lenguaje a ritmo de 15 palabras diarias. Los espectadores conoceremos antes que ella su increíble origen y la veremos pasar por las diferentes fases evolutivas del ser humano. Según abandona la infancia y conoce el placer corporal, todo cambiará. Necesitará más. Conocer más allá de la enorme mansión en la que vive con su “padre”. Abandonar, como hacemos todos, a nuestros padres y nuestro nido. Tras esta decisión de Bella ya no habrá vuelta atrás y esta mujer en crecimiento vital se adentrará por el luminoso color de la maravillosa creación de Yorgos Lanthimos.

Bella saldrá de su hogar, al igual que hizo en su momento el amigo Eduardo Manostijeras. Su “creador” fue el (por aquel entonces) genial Tim Burton, que en breves traerá a nuestras salas la segunda parte de Bitelchús (este hecho me provoca 50% curiosidad/ 50% pereza). Recordad, de todas formas, que Eduardo (Johnny Deep) salía hacia el exterior con timidez, con fragilidad…En cambio, Bella, de diez Emma Stone, lo hace con garra, con todo el afán aventurero que la historia ha negado al conjunto de las mujeres. Sabe de los peligros. No importa. El miedo no la frena. Quiere conocer, junto a su amante Duncan Wedderburn (divertidísimo Mark Ruffalo), un exterior que antes se le había negado. A la par, continúa conociendo su cuerpo y así misma (pues de eso trata la película). Irá sin cadenas. Ese hombre, ni ninguna otra persona, podrá frenar sus ansias libertarias.

Viajaremos por la cara b de Paris, de Londres, de Lisboa…Son ellas, pero no lo son. Veremos los ojos de Bella cuando escucha un fado en la eterna capital portuguesa mientras por encima de su cabeza pasa un tranvía volador. Nos reiremos mucho (la cinta posee un salvaje humor negrísimo) por las ocurrencias de esta “creación” que, al igual que su primo Frankenstein, nos hará plantearnos quién es el humano y quién es el monstruo.  

Bella decide sobre su cuerpo, decide sobre su yo. Se encuentra muy por encima de las personas de su época y de la nuestra… Bella no se ata a convenciones sociales, no se ata a lo impuesto, a ninguna de las normas que nos taladran desde la más tierna infancia. Desea aprender, conocer el amor, el sexo, la amistad, el arte …y también lo feo, la crueldad, la maldad, la injusticia…en absoluta libertad.

En definitiva, Bella aspira a ser, a vivir…a pesar de su origen, de lo que se pensaba para ella, de lo que supuestamente debería de ser. Se agarrará hasta el límite a su libre albedrío. No la mutilarán, no dejará que le saquen su pasión, que le impidan disfrutar de los placeres de la vida.

Maduraremos con ella a lo largo de las dos horas y media de metraje, las cuales pasan en un plis plas. Bella avanzará en el conocimiento humano. Aprenderá a empatizar y a entender a las personas que pueblan su mundo, que al igual que en el nuestro, son realmente complicadas. Magistral el momento que le dice a su amigo, el cínico, que por fin lo comprende. Que se ha dado cuenta de que solo es un niño que al crecer sigue enfadado con el mundo que le ha tocado.

Y como en todo buen viaje, Bella regresará a casa. Cambiada, diferente…Será ella y a la vez una nueva persona. Tan madura que hasta ha aprendido a perdonar…

Yorgos Lanthimos junto a un grupo de actores en estado de gracia y a una Emma Stone estratosférica, nos presenta un maravilloso film con mucho fondo, que nunca es aplacado por su increíble forma (por cierto, magnífica la banda sonora de Jerskin Fendrix).

En él sentiremos la necesidad de marcar el camino de nuestro barco y no dejarnos llevar continuamente por la corriente.

Al acabar el visionado, alegres, contentos de existir, pensaremos en esa increíble obra que es Bella, una bebé mujer que quiere ser algo más. Así nos daremos cuenta de que nosotros somos las pobres criaturas a las que remite el título de la película. Ella es un ser libre y nosotros estamos atados a tantas cosas…

 Y sí, los monstruos seguimos siendo nosotros.

Pobres criaturas la podemos encontrar en nuestra comarca en los Cines Dúplex de Ferrol y en los Cines Odeón de Narón.