jueves, 16 de mayo de 2024

Mañana será otro día. Capítulo 17: La casa.

 

La casa

Me gustan las novelas gráficas. Desde hace décadas las intercalo con la lectura de una narrativa de ficción más tradicional (ensayos, apenas leo). Considero que es un arte, un tanto, entre cine, pintura y literatura. Me gusta. Además, la duración de la lectura de una novela gráfica cubre apenas unas horas y, en determinados momentos, en los que estoy saturado, o no tengo tiempo apenas para nada, recurro a ellas. Hay auténticas joyas. Una buena novela gráfica se debe sustentar en un buen guion, no demasiado extenso, e ilustraciones que sujeten el texto en perfecto equilibrio. 

En este mundo tenemos a Paco Roca (Valencia, 1969), el cual siempre nos regala historias realmente emotivas que logran retorcernos de emociones, nostalgia y que, de una u otra manera, nos provoca una lectura/visionado de su obra siempre reflexiva. Arrugas es su trabajo cumbre. Decenas de miles de comics vendidos junto a todo tipo de premios y reconocimientos. Paco Roca fue capaz de tratar con solvencia, con ternura y con delicadeza, un asunto tan duro (y pocas veces llevado a la pantalla) como es el Alzheimer o la demencia senil (Bicicleta, cuchara, manzana, documental del 2011, también es altamente recomendable). Trató el tema con elegancia y madurez y, como en las mejores historias, también con humor. Maravillosa. Más adelante se llevó la novela gráfica al cine con la adaptación de Ignacio Ferreras, dando resultado a una película conmovedora y ganadora, en la edición correspondiente, de dos premios Goya. El resultado de la película de animación era casi calcado al que nos habíamos encontrado en la novela. Excelente adaptación, sin duda. Absolutamente rigurosa y con un respetuoso trabajo de animación.

En 2016, Paco Roca saca La casa, obra que tuve la suerte de leer el año de su publicación. Bendita biblioteca pública, la de la Plaza de España de Ferrol, la cual cuenta con una impresionante colección de novelas gráficas de todo tipo de géneros. A los lectores de las susodichas nos facilita la vida, pues el precio de estas suele ser bastante elevado. La lectura de La casa, en cuanto a tono y temática, se aproximaba a otra joya de la narrativa llamada La casa del álamo, escrita en 1997 por la escritora japonesa Kazumi Yumoto (buscadla, esa novela merece, también, muchísimo la pena).  La casa, de Paco Roca, me sorprendió.  Consigue sacar emociones, dulzura, de lo cotidiano y del humilde pasado con el que todos contamos. En la obra se relata el regreso de tres hermanos a la casa familiar, un año después de la muerte del padre. La historia, con un fuerte carácter autobiográfico, te agarra desde sus primeras páginas. La intención de los hermanos es vender la casa y solventar “ese problema”. Allí, en ese espacio común, todos juntos, aparecen los recuerdos, la infancia, el amor familiar…Hablaba, al fin y al cabo, de todas las marcas que quedan grabadas, para siempre, en esos momentos que fuimos niños. Hablaba de la familia, esa que, de una u otra forma, hace que seamos quienes somos en la actualidad. La infancia, sin duda, para bien y, para algunas personas, para mal, es la patria, es la raíz, es el único lugar en donde podemos encontrar respuestas a nuestras preguntas actuales. Paco Roca, de nuevo, victorioso. Qué preciosidad.

Pues esta semana, buscando peli en la renovada cartelera, me encuentro el estreno de esta adaptación cinematográfica de la que no sabía nada. Qué alegría.

La película la dirige Álex Montoya. Creo que cuando nos enfrentamos a películas que son una adaptación literaria a la cual, de una u otra manera, amamos, lo que se espera de ellas, la impresión generada por la obra inicial, marca sin duda el resultado del visionado. Casi siempre es así.

El punto de partida de La casa parece el mismo que el de la novela gráfica, pero nada más lejos de la realidad. Cada una de las versiones tiene un enfoque diferente en cuanto a la narración de la misma. En la novela gráfica, el hermano mediano, José, era el claro hilo conductor. Hijo que, por sorpresa para el resto de la familia, ha encontrado el éxito como escritor. Este siente remordimientos por el poco caso que hizo a su padre en los tiempos donde el anciano ya se estaba yendo. En el transcurso de la novela, José, va recorriendo el pasado de su familia a través de ese edificio que su padre había construido con tanto esfuerzo, cuando él apenas levantaba un palmo del suelo. En un proceso de descubrimiento personal, junto a su novia y sus hermanos, se sumerge en la búsqueda del sentido de eso que llamamos familia. También a la relación que tuvo con su padre fallecido, para luego avanzar en la familia que queda, ya sin los mayores. Es decir, lo que a todos nos ocurre tarde o temprano.

Álex Montoya calca, imagen por imagen, muchas escenas del cómic. En cambio, toma de referencia para contar la historia a cada uno de los hermanos, pasando los secundarios al primer plano. Es una obra mucho más coral y ahí, en mi humilde opinión, se pierde. Esta visión más global, aunque con momentos brillantes, realmente tiernos, no ayuda a darle sentido a lo que estamos viendo en pantalla. La película nos deja retazos de algo amable y agradable, sin ir más allá. Creo que la forma de acercarse a algo tan complejo como “la familia” es más creíble, más certero, cuando se intenta desde un solo punto de vista. Los que tenemos hermanos sabemos que cada uno tiene su forma de ver, de entender, el nido donde crecimos. Cada uno con su verdad, con su interpretación de lo vivido. Esas “verdades” nos acercan a una más universal. La visión más amplia, el querer abarcarlo todo, hace que se diluya el fondo de lo tratado. La película es una obra menor a la originalmente planteada por Paco Roca.

Si no hubiese leído el relato, si apareciese virgen antela película, estoy seguro que hablaría mucho más de sus virtudes. De esas pequeñas conversaciones familiares que aparecen en la película que, de alguna manera, nos llevan hasta nuestras familias. Hablaría de la capacidad de La casa para reflejar los recuerdos en espacios físicos, sea debajo de una higuera o en un trozo de cemento firmado por “los nosotros niños” de hace décadas. Qué bonito y que bien retratado. Sin duda hablaría del maravilloso cuadro actoral de la película. Empezando por David Verdaguer, con el cual ya había alucinado con la notable Saben aquell de David Trueba, biopic del gran Eugenio, con un maravilloso regusto dulce y melancólico a la vez. Espléndido Óscar de la Fuente, como Vicente, el hermano mayor y María Romanillos que hace de su hija. Mencionar también al padre muerto, siempre vivo en los recuerdos de sus hijos, interpretado por Luis Callejo. Lo conoceremos en diferentes flashbacks a lo largo de más de treinta años. Gran trabajo de maquillaje, por cierto.

Quizás debería haber hablado de todo esto último, pero es que no puedo quitarme de la cabeza el trabajo sobresaliente de Paco Roca en la novela gráfica, frente a este buen trabajo de Álex Montoya (en determinantes momentos notable).

Si no hubiese leído antes la novela gráfica… me habría perdido una obra magistral de la sencillez, de lo común, de la familia, de los adioses, del paso del tiempo. Con temas tan complejos como los citados, Paco Roca encontraba respuestas, más bien, su respuesta que, de alguna manera, era la de cada uno de nosotros. En la película solamente llegamos a hacernos preguntas, eso sí, buenas preguntas.

sábado, 11 de mayo de 2024

Tercera edición de Lodo en Amazon! Versión Kindle y tapa blanda a todo color!

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Lodo, mi primera novela, llega a su tercera edición de la mano de Amazon.
En esta tercera edición encontramos dos novedades:
1) Por fin tenemos Lodo en formato Kindle, para vuestros libros electrónicos. Esta versión tiene un precio de 3 euros.
2) La versión impresa, tapa blanda, por primera vez aparece con las ilustraciones originales a todo color( tal cual las concibió el artista Víctor G.Novás). El precio de la versión impresa es de 10´40 euros.

Un abrazo y ojalá que la disfrutéis.

 


martes, 7 de mayo de 2024

Mañana será otro día. Capítulo 16: El especialista.


El especialista

Esta semana, a la hora de elegir qué ver en nuestras salas, dudaba entre dos estrenos. Por una parte, me encontraba la nueva película de Luca Guadadigno (Rivales). Este director me gusta mucho, la verdad. Con Call me be your name (2017) descubrí a Timothée Chamalet, ejerciendo de “Lolita” con el maduro Armie Hammer en un pueblito del norte de Italia. Con ella se dio a conocer e incluso se le vio en los Óscar de aquella edición. Más adelante nos trajo el remake del clásico de terror de Dario Argento, Suspiria. A mí, amante del género, me encantó y me aterrorizó en muchos instantes. Su revisión me parece fascinante. Además, supone su primer acercamiento al terror y, visto el resultado, llama mucho la atención. En ella, la pedazo de actriz Tilda Swinton nos regalaba tres papeles diferentes (incluido uno masculino) y también andaba por allí otra de mis actrices favoritas, Mia Goth (tenéis que ver, sí o sí, X y Pearl, primera y segunda parte de la trilogía de Ti West. En breve cierra la obra, también con Mia de protagonista, con Maxxine. Dios, ojalá podamos verla en salas de cine). El último trabajo del amigo Luca hasta Rivales era Hasta los huesos: Bones and all. Yo la vi en el festival de Sitges y me sorprendió mucho. Trabaja la metáfora de la adolescencia, de los cambios, de los nuevos “yos” que aparecen en nosotros, a partir de la historia de una joven que, un día como cualquier otro, se da cuenta de que es caníbal y no logra reprimir sus instintos. Película extraña e hipnótica, como toda la obra de Luca Guadadigno.

Y, entonces, … ¿por qué no fui a ver Rivales?, si además en ella estaba Zendaya… Por miedo a dormirme…Tranquilos, el cine de Luca no es soporífero; para nada. Lo que ocurre es que conozco al autor y estoy seguro de que en ella encontraría un enredado drama con complejos personajes. Yo, con una reciente paternidad a cuestas, sabía que en cualquier momento de bajada de ritmo, caería en un coma profundo en la sala de cine. De esa manera no disfrutaría de la propuesta del italiano, ni de la sensualidad de Zendaya, sino de dos horas seguidas de sueño regenerador. No era plan. A ver de qué iba hablar yo hoy por aquí.

Afortunadamente, en la cartelera también se encuentra un film atractivo e interesante y que, por lo anteriormente visto de su director, sin duda tendría mucha acción. El entretenimiento estaba asegurado. Estoy hablando de El especialista. Hace muy poco, en la televisión pública, había visto la anterior película de su director, David Leich, llamada Bullet train (antes había visto de él, Deadpool 2 y la segunda parte de John Wick). En ella, cinco asesinos se encontraban en un tren bala con destino a Tokio. Uno de ellos era Brad Pitt. Me sorprendió gratamente. Los castañazos que se daban los protagonistas se entremezclaban con mucha frescura en el guion (enredos casi de films clásicos), mucho humor, mucha diversión y unas escenas de acción muy físicas, dejando bastante a un lado las pantallas verdes y yendo hacia el cine de entretenimiento de toda la vida, con muy buenas coreografías de acción.

Encima, en El especialista me iba a encontrar a Emily Blunt, que siempre está muy bien (ups, qué potente su parto en Un lugar tranquilo) y el amigo Ryan Gosling, actor que desde siempre me ha gustado mucho. Es un tipo que se ha sabido reconvertir en el panorama Hollywoodiense casi de manera inversamente proporcional a su colega Matthew McConaughey. Mientras este pasó de papeles de galán en su primera etapa actoral a personajes complicados y camaleónicos como los de True detective, Dallas Buyers Club, Interstellar o la maravillosa actuación en esa joya, no tan conocida, llamada Mud. En cambio, el amigo Ryan Gosling se mostró en el principio de su carrera, como un tipo duro, rudo, sin gestos, jugando apenas con su mirada, al estilo del enorme Clint Eastwood o del rudo Charles Bronson. Destaco películas como Blue Valentine, Drive o Cruce de caminos. Grandísimas las tres. Un actor con presencia, con mucha presencia. En cambio, últimamente nos encontramos un Ryan mucho más desenfadado. Si bailaba y cantaba que daba gusto en el musical La La Land, ya en Barbie hacía lo mismo, pero de una manera mucho más divertida y extravagante (Barbie es realmente entretenida y te saca un montón de sonrisas).

El especialista es una buena película de acción, al estilo de las que tanto nos gustan de los 80 y 90, donde todo eran efectos prácticos y los especialistas se jugaban la vida para sacar adelante escenas espectaculares y alucinantes.

La sinopsis es sencilla. Un doble de escenas de acción tiene una crisis existencial tras sufrir un casi fatal accidente durante la grabación de una super producción de Hollywood. Tras este percance, se separa de su amor (Emily Blunt, ayudante de dirección) y deja su trabajo. Un año después se vuelven a reencontrar en la grabación de una nueva película. Durante su filmación, se entremezcla una conspiración de aúpa la cual, entre los dos, tendrán que solventar. La pareja protagonista se quiere a pesar de todo, pero anda a “sopapos” todo el día.  Me recordó, salvando las distancias, a Mentiras arriesgadas (James Cameron, 1994), donde la acción y el humor son los auténticos protagonistas.

A pesar de mis ojeras, causadas por mi pequeño Álex, disfruté de lo visto. Además, el film cuenta con una banda sonora de lo más rockera, que acompaña perfectamente a las imágenes y nos sumerge en un ritmillo frenético. Arranca con Thunderstruck de AC/DC y suena, una y otra vez, como tema principal, el clásico de Kiss I was made for Lovin´you. En los conciertos de la banda, cuando lo tocan, Gene Simmons, cantante de Kiss, vuela por encima de los miles de seguidores gracias a una gigantesca tirolina. Puro espectáculo, al igual que El especialista. Buena elección.

Cualquier espectador al que le guste el más puro cine de entretenimiento va a disfrutar de la propuesta. Muchos golpes, algunas risas, su punto romántico, una pareja actoral que vale mucho la pena(aunque Emily Blunt está muy por encima del personaje que interpreta, escrito un tanto a trazo grueso)  y un montón de acrobacias realmente espectaculares poniendo de relieve la noble profesión de doble de riesgo. Por cierto, profesión anterior del director de la película.

Venga, ahora voy a ponerle una pega: la duración. Es una historia muy sencilla, tampoco pretende más. ¿Para qué sobrepasa las dos horas de duración? La semana pasada hablaba de una peli redonda, Civil War, de 1 hora 45 minutos. Cada uno de sus minutos lleno de fondo. No entiendo el porqué de alargar tanto una historia tan sencilla como la de El especialista. Con los 90 minutos de rigor de toda la vida quedaría redondita y bien cerrada.  En el futuro, muchas pelis como esta no se verán (como sí se siguen viendo mil clásicos de los 80) por culpa de su duración. Maldita esta extraña moda de estirar y estirar el chicle.

Pero bueno, que me lo pasé muy bien y mis ojos estuvieron bien abiertos durante todo su metraje, a pesar del sueño acumulado.