martes, 18 de junio de 2024

Mañana será otro día. Capítulo 22: Hit man, asesino por casualidad.

 

Hit man, asesino por casualidad.

Todos cambiamos. Sin duda, el tiempo hace su trabajo, modelándonos poco a poco un tanto a su antojo. Lo que antes veíamos verde oscuro, quizás, ahora, con rotundidad lo veamos verde claro.  Los cambios en nuestra personalidad se producen, por lo general, suave y progresivamente, sin apenas percibirlos. Pero bueno, siempre hay excepciones.

En Sostiene Pereira, la maravillosa novela de Antonio Tabucci, al igual que en su adaptación cinematográfica (Roberto Faenza, 1995), Pereira, interpretado por el eterno Marcello Mastroianni, sufría profundos cambios en su personalidad que se antojaban irreversibles. En pleno régimen fascista del dictador portugués Salazar, Pereira es un mediocre periodista que dirige la sección cultural (¿es ético unir los términos fascismo y cultura?) de un periódico de Lisboa. Vive solo. Es un hombre un tanto apagado que vive al margen de las barbaridades que ocurren a su alrededor. Un día conoce a Montero Rossi, joven filósofo que se juega el pellejo escribiendo necrológicas con marcado carácter político de tinte izquierdista. El conocer a este joven, su entusiasmo, sus ideas, cambia la forma de afrontar la vida del casi anciano Pereira. Poco a poco se verá metido en asuntos que nunca antes se hubiese imaginado. De repente, su compromiso es tal que hasta es capaz de poner en peligro su vida por la de los demás. Aun siendo un hombre maduro, ya casi en la vejez, nos demuestra que nunca es tarde para cambiar, para abrir los ojos, para tomar conciencia….

Pereira no logra comprender los cambios en sus pensamientos y mucho menos en sus acciones. Un buen amigo psicólogo le explica la teoría de la superposición de las almas para darle un sentido a lo que le ocurre. Según esta, las personas tenemos muchos “yos” sumergidos en una especie de pozo dentro de nuestra consciencia. Cada uno con diferentes características, en continua lucha por emerger, por ser el “yo” principal que guíe nuestras actuaciones. Quien gane la batalla y logre salir a la superficie mandará sobre el resto. De esa manera había aparecido un Pereira comprometido, político, sensato…Todo ello gracias a fortalecer sus valores, querer ver lo que ocurre a su alrededor, empatizar con lo que más sufren…

Pues digo todo esto porque al protagonista de Hit man, asesino por casualidad, Gary Johnson (Glen Powell) película que os traigo hoy, le ocurre algo similar, pero de manera radicalmente diferente. Él, profesor universitario, un tanto apático e impasible (en esto se parece a Pereira), comienza a colaborar con la policía. Él maneja con mucha habilidad todo tipo de aparatejos (micrófonos ocultos y demás) para para poder escuchar las conversaciones de policías infiltrados. Un día, por casualidad, avanza en su papel de colaborador policial y comienza a hacerse pasar por asesino a sueldo, para así desenmascarar a contratadores de sicarios. Enfundado en diferentes personalidades, las cuales se va inventando (el actor protagonista lo da todo en ellas). Ponerse en el papel de esos matones se le da muy bien y que en ellos encuentra “yos” que le gustan y le motivan. En uno de estos casos policiales conoce a Madison (Adria Arjona), una impresionante mujer con la cual caerá al pozo de la pasión.  Con ella se inventa una nueva personalidad, la cual irá perfilando a cada día que pasa hasta el punto de creérsela. Por momentos seguirá siendo un gris profesor universitario, en su segunda vida, junto a Madison, un matón duro, sensual y… ¿sin escrúpulos?

No sé, yo me creo más el cambio que le ocurrió al amigo Pereira, la verdad. Muy hueco debe ser el interior de uno para, siendo ya una persona hecha y derecha, cambiar radicalmente tu “yo” y abandonarte a una personalidad violenta, engañosa, dispuesta a matar. Y todo por pasión, o porque, como dicen ellos, quizás se quieran.

Estamos ante una comedia negra, en general entretenida, un pelín larga, con buenas actuaciones pero que no entiendo el por qué tantas y tantas alabanzas de la crítica internacional. En mi opinión es bastante fría y tibia en mensaje y ejecución. Sin ser mala, que no lo es, sin ser aburrida, que no lo es, pronto va a quedarse en el almacén de películas olvidables del gran director Richard Linklater. Supongo que el nombre de su director sea la respuesta a la pregunta del porqué de esas buenas críticas.

Richard Linklater cuenta con una legión de fans, siempre fieles, sobre todo desde que sorprendiera al mundo con la maravillosa trilogía de Antes del amanecer (1995), Antes del atardecer (2004) y Antes del anochecer (2013). En los tres filmes nos cuenta la historia de amor de Celine (Julie Delpy), estudiante francesa en la primera de las películas y de Jesse (Ethan Hawke), un aventurero joven estadounidense, con sueños de escritor, que se encuentra de viaje por Europa. Se conocen, se enamoran de manera absolutamente idealizada, se separan… En el segundo filme, se reencuentran una década después y, como en la primera película, asistimos a un largo día donde las conversaciones fluirán con una naturalidad pasmosa. También deben decidir qué hacer con un amor que parece no haberse muerto y que los lleva esperando casi diez años. En la tercera película llega el anochecer. Observamos a la pareja, ya con varios hijos, envejeciendo. Lo ideal, lo místico, ya no existe. Los vemos, por momentos, abatidos por la rutina y por las responsabilidades. Aun así, en ellos, permanece el amor y una chispa especial. Qué joyas. De tanto en vez, me devoro la trilogía y siempre me siento mejor. Linklater también nos brindó un interesante experimento con Boyhood, de nuevo con Ethan Hawke. Grabada desde el 2002 al 2013, vemos crecer a una familia en directo. Una década pasa por nuestros ojos en poco más de dos horas de una manera absolutamente real. Gran película. En Scanner darkly, realizó una psicodélica historia con un buen puñado de actores y actrices coloreados para la causa.

Richard Linklater nos ha regalado grandes obras, que son y serán recordadas por multitud de amantes del cine. Hit man, un asesino por casualidad, siendo una correcta película, quedará en su archivo cinematográfico vital como una película menor. Con buenas intenciones, pero sin ningún tipo de magia. Tampoco encuentro en ella muchas ganas, la verdad. Lo mejor, sus actuaciones. Tiene algún momento divertido, ofrece alguna sonrisa, pero nunca arranca carcajada ni emoción. La intriga está bien llevada, pero en ocasiones no se ve creíble.

Por suerte, Pereira, continúa en nuestros recuerdos.

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