Richard Stanley en la isla del doctor Moreau
Del 25 de octubre al 2 de noviembre, en Vilagarcía de Arousa, los aficionados al cine tuvimos la ocasión de asistir a la 52 edición del Festival do imaxinario, Curtas Film Fest, el festival de cine más antiguo de Galicia. Durante esta semana hubo multitud de proyecciones, conferencias y actividades paralelas relacionadas con el mundo del cine. La edición de este 2024 estuvo dedicada a la figura de Batman y a H.P. Lovecraft. En lo referente al hombre murciélago, disfrutamos, en una cuidada exposición, del vestuario de películas y figuras a tamaño real de la saga. En la Plaza de Galicia de Vilagarcía también nos esperaba el famoso Batmovil del Batman de Tim Burton (1989). Para tratar a Lovecraft, el 1 de noviembre, acudió al certamen Richard Stanley, director de cine sudafricano que, además de experto en la citada materia, cuenta en su haber el haber iniciado un proyecto que desembocaría en una de las historias más increíbles del séptimo arte. En la epopeya que tuvo lugar en la producción y grabación de La isla del doctor Moreau (1996) estuvo acompañado por dos grandes estrellas del celuloide como son Marlon Brando y Val Kilmer. Tras dar la conferencia, abierta al público, pude entrevistarme con él, en exclusiva para el Diario de Ferrol, para repasar aquel rodaje que, sin duda, cambió su vida. A continuación, voy a relatar los increíbles acontecimientos de los que él fue protagonista. El documental Lost Soul: El viaje maldito de Richard Stanley a la isla del Dr. Moreau, cuenta la historia completa, aunque Richard me matiza “Lost Soul es una obra divertida, de entretenimiento… la realidad fue mucho más oscura. Estoy escribiendo ahora mismo una biografía donde cuento todo al detalle, excepto asuntos relacionados con Val Kilmer. Él está vivo y no tengo libertad para contarlo todo.”
Richard Stanley (Sudáfrica, 1966) es descendiente del explorador británico que se aventuró en África y pronunció la archiconocida pregunta: ¿Doctor Livingstone, supongo? Se inició muy joven en el cine, grabando dos pequeñas películas que llamaron la atención en el mundo del fantástico: Hardware, programado para matar (1990) y El demonio del desierto (1992). “Yo, de niño, bebí mucho del Spaghetti Western. Terence Hill y Bud Spencer eran ídolos en mi país. No fue hasta 1994, al ir a vivir a Europa, cuando conozco autores de la talla de Kurosawa o de Tarkovsky. Ahí cambian muchas cosas”. Tras estos filmes se obsesiona con la idea de realizar La isla del doctor Moreau de H.G. Wells. “A la hora de adaptar un clásico, es necesario plasmar lo esencial del espíritu de la obra y recrear sus escenas más importantes. En Color out of space (2019), pude mantener, incluso, partes del texto original de Lovecraft”.
Mediados de los 90. Richard comienza a mover en Hollywood un guion, realizado por él, de La isla del doctor Moreau, adjuntando un storyboard con diferentes ideas para el metraje. Hay interés y se consiguen los derechos de la obra. El proyecto va adelante y Stanley ya tiene la localización para la grabación. Se irán a una isla australiana que se presupone ideal para tal proyecto. De repente, este pequeño/mediano proyecto sufre un giro de 180 grados cuando los productores incorporan a Marlon Brando. Eran mediados de los 90 y esta inmensa figura del séptimo arte se paseaba por las películas agarrando cheque tras cheque, sin pretender mucho más. En estos proyectos, apenas aportaba su (perenne y enorme) presencia. Los productores, al contar con un actor de su talla y al aumentar considerablemente el presupuesto de la película (pasó de 30 a 70 millones de dólares de la época) dudaron de Richard Stanley para su dirección y tantearon a Roman Polanski. Richard, entonces, se reúne con Marlon Brando y este lo apoya de principio a fin. Sin Stanley no habría película. “De Marlon Brando se ha hablado mucho, pero era un buen tipo. Siempre amable. Lo de que no se leía los guiones, pues bueno, mi experiencia en el cine es que casi ninguna estrella se los lee al completo a la hora de elegir proyecto”. Continúa entonces la epopeya con Brando como estrella. El actor que lo iba a acompañar en la película era Bruce Willis. El asunto es que, en ese momento, Bruce se separa de Demi Moore y no va a poder acudir al rodaje. A Richard se le ocurre ponerse en contacto con la gran estrella del momento, que no era otro que Val Kilmer. Venía de rodar The Doors, Heat e incluso de ser Batman. Gran error. “Ya en la isla, preparados para grabar, me doy cuenta del tipo de persona que era Kilmer. Era un depredador. Pensaba que podía seducir a todas las mujeres que había en el plató. Así, acabó el rodaje contagiado de hepatitis. Horrible. Un auténtico dolor en el culo. Entiendo perfectamente que en aquellos tiempos su matrimonio colapsara”. El carácter de Kilmer, unido a un huracán que arrasó todo el decorado en la isla, hicieron que Richard Stanley se encontrara cada vez más solo. Aun así, todo podía ser peor…Ya comenzado el rodaje, se suicidó Cheyenne, la hija de Marlon Brando. Su padre entró en shock y no apareció en el rodaje. “El suicidio de Cheyenne fue un asunto terrible, realmente horroroso y oscuro. Lo cierto es que todo ese asunto fue espantoso”. Tras este suceso, Richard Stanley solamente tenía el apoyo de los actores que hacían de humanimales. Así, fue fulminantemente despedido. Eso sí, se le pagaría todo su contrato íntegro, con la condición de que abandonase la isla de inmediato. “Perdí la fe en la humanidad. No podía creer que me sacasen de mi propio proyecto. Todo salió mal por culpa de los productores”.
Tras el despido de Richard Stanley, la película fue asumida por John Frankenheimer (El tren, Ronin…). Con él nada mejoró; al contrario. Val Kilmer marcaba todo tipo de imposiciones en el rodaje y hacía la vida imposible al nuevo director y al resto de actores. Marlon Brando, finalmente, llegó al rodaje. Emocionalmente destrozado, imponía, a su antojo, surrealistas cambios en el guion. Dijo que su personaje debía de ir con su rostro pintado de blanco y, como hacía mucho calor, debía llevar una cubitera de hielo en su cabeza. Además, conoció en el rodaje a Nelson de la Rosa, el hombre más pequeño del mundo, de poco más de 40 cm de altura. Este iba a ser un extra que interpretaría al hombre rata. Brando, al conocerlo, impuso que apareciese en todas las escenas en las que salía él. Toda una locura que acabó con un rodaje de más de 6 meses lleno de problemas con un consumo de drogas desmesurado. El resultado final fue que La isla del Dr Moreau está considerada como una de las peores películas de la historia.
¿Y dónde estaba Richard Staley mientras se grababa “su película”? Se quedó en la isla a vivir en una cabaña, escapando de los ojos de los productores. Si estos se enteraban que seguía en la isla, podían no pagarle la millonaria indemnización. Al tiempo, acabó viviendo con los extras, con los humanimales, e incluso llegó a trabajar en la película, siempre totalmente tapado para que no lo descubrieran, vestido de hombre perro. “Con mi despido había perdido la fe en las personas. Yo estaba un poco loco en aquel momento. Destruido. Quedarme allí, en la naturaleza, fue lo mejor que pude hacer. Vivir con los humanimales, aquella experiencia, ahora lo recuerdo como uno de los momentos más felices de mi vida”.
¿Cómo te marcó toda la intensa experiencia en esta película? “Abandono el cine. No quiero saber nada de la industria durante muchos años. Me marché a vivir a los Pirineos franceses, alejado del mundo. Para curarme, como me habían pagado muchísimo dinero por el despido, me fui de voluntario a un santuario de chimpancés en el Congo, también trabajé con elefantes. Allí y en Haití grabé varios documentales para la BBC, incluido un documental sobre Vudú”.
Y de repente…casi 25 años después vuelves al cine, a la dirección, con Color out of space (2019). “Sí, regresé cuando los tentáculos de ese relato me atraparon. En ella trabajé con Nicolas Cage adaptando a H.P. Lovecraft. Me parece increíble que este tremendo autor, que lo devoré gracias a mi madre, siendo de dominio público, donde cualquiera, gratis, puede acercarse a su obra, no tenga más adaptaciones. El año que viene rodaré una nueva película basada de su obra y espero que James Wan Y Guillermo del Toro se animen a ello. Color out of space se rodó en Portugal. Teníamos a Nicolas Cage por un mes y la zona elegida de Estados Unidos estaba totalmente nevada. Entonces, decidimos grabar en el interior de Portugal, curiosamente con dinero chino. Cage es un ídolo en ese país y apuestan por él con la máxima decisión.
¿Cómo es Nicolas Cage en una grabación? “Un caballero. Gracias a él siempre llevábamos un día de antelación sobre la planificación del rodaje. Es tan profesional que cerca del final de la película, cuando su personaje se muere, decidió grabar él mismo las escenas donde reposaba su cuerpo tumbado, sin vida. Se podría haber utilizado un extra, pero él pasó la noche haciéndose el muerto”.
Muchas gracias Richard Stanley, todo un placer. ¿Algo más que añadir? “Solamente decir que aunque vivimos en la época de la cancelación, nunca nadie podrá censurar a Kthuhlu”.
Muchas gracias a Richard Stanley por su amabilidad y simpatía. También al Festival Curtas por tener una programación tan interesante. Por último a Roberto Castro y a Miguel Curveira, por ejercer de traductores simultáneos durante la entrevista.
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