Gladiator 2
La idea de la segunda parte de una película que ya cuenta con 25 años y en la que sus dos personajes principales murieron en ella, de primeras, me resultaba tan absurdo como curioso. Ya en nuestros cines el resultado de tan curioso proyecto.
La semana pasada hablábamos de la increíble capacidad del
gran Clint Eastwood de seguir dirigiendo a los 94 años. Esta semana hablaremos de
la producción de otro de los grandes, en este caso octogenario, llamado Ridley
Scott. A sus 86 años, el británico, estrena uno de los proyectos de los que se lleva
hablando durante décadas. Tras la extensa espera, daba la sensación de que
sería imposible de ver en cines la secuela de uno de sus grandes éxitos de
taquilla y crítica, Gladiator. El autor de obras eternamente recordadas
como Alien, Thelma y Louise o Blade Runner, rodó Gladiator
en el año 2000 tras uno de los grandes fiascos de su carrera, La teniente
O´Neil. Con Gladiator se acercaba al imperio romano en un momento donde no
estaba de moda y nadie sabía qué podría salir de la propuesta. Pero Ridley
tenía claro que, en aquel ya lejano año, ya existía una tecnología suficiente
para, de una vez por todas, recrear digitalmente la esplendorosa histórica
ciudad de Roma y su majestuoso Coliseo. Unidos estos efectos a una gran banda
sonora elaborada por Hans Zimmer, un villano terrible interpretado por Joaquin Phoenix
y un Russel Crowe que se come la pantalla en cada una de sus escenas, logró
reventar las taquillas de todo el mundo y lograr el parabién de la crítica. El
final de la película, con la caída “a plomo” del imponente Máximo sobre
la arena del Anfiteatro Flavio, tras derrotar y, a su vez, morir a manos de
Cómodo, ha quedado grabada para siempre en nuestras retinas y se ha convertido
en una de las escenas más recordadas de la historia del cine.
Antes de esta secuela, los últimos años de Ridley Scott han sido, más o menos, como toda su carrera, irregulares. En esta última década nos ha traído desde películas muy notables como The martian o El último duelo, hasta filmes tan flojitos como Alien Covenant o la muy inestable Napoleón. Una vez vista Gladiator 2, parece claro que Ridley ha mostrado un gran interés en esta improbable secuela. Sabía que un cuarto de siglo después de la primera parte, Roma podía lucir incluso mejor. Consigue, gracias a las mejoras tecnológicas, que así sea. Los combates sobre la arena que nos sorprendieron en su momento, son ahora todavía más bestias y grandiosos. Como ocurre en casi todas las secuelas, recoge lo efectivo de su predecesora y lo hace más grande. Más luchas y menos diálogos. Más sangre y menos profundidad. El director sacrifica la historia por el espectáculo. Scott no duda en acercar esta saga al mundo fantástico; hace su Juego de tronos y no nos lo oculta desde el principio. Si en la primera parte había tigres en el Coliseo, de repente, ante nosotros, monos gigantes hiper anabolizados (que más bien parecen monstruos espaciales) luchando en la arena contra rudos gladiadores. Es cierto que el Coliseo, en su momento de gloria, fue inundado para recrear determinadas luchas navales. Junto al tremendo anfiteatro se ha encontrado un enorme cementerio de animales exóticos que se utilizaban en tales espectáculos. Allí había restos de cocodrilos, elefantes, tigres, jirafas…Era así la forma que encontraban los romanos de dar circo a sus habitantes y enseñar el mundo conquistado a sus conciudadanos. Pero desde luego, lo de poner sobre esta agua una docena de tiburones es de traca. ¿Cómo los habrán llevado hasta Roma? Bueno, hay que tomárselo como hay que tomárselo y punto. Si no se hace así, imposible entrar en la propuesta. Mientras vemos estas “barbaridades” tomamos nuestras palomitas con gusto y, siempre, siempre, nos lo pasamos bien. Disfrutamos la película como niños. No tiene la épica de la primera parte, pero sí espectáculo a raudales, sin ningún tipo de reparo ni vergüenzas.
La sinopsis, a trazo grueso es la misma historia que la primera. Un hombre al que han matado a su familia (Paul Mescal) viaja a Roma, como gladiador, para cobrar su venganza y de alguna manera conseguir que Roma recobre la grandeza de antaño y los ideales de Marco Aurelio. Por cierto, esta es la tercera película que reseño este 2024 en las que se habla del libro Las meditaciones de Marco Aurelio (las otras son Los que se quedan y Cosmópolis). Sin duda, una obra de moda. Los trazos finos la diferencian de la original. Pedro Pascal y Denzel Washington están muy bien, sin rozar en ningún momento el papelón de Russel Crowe en la predecesora. Connie Nielsen, con su papel, de alguna manera, logra empatar las dos historias a pesar de los años pasados.
Me lo pasé bien viendo Gladiator 2. La principal diferencia con la primera, siendo las dos muy buenas películas de entretenimiento, es que la primera la he visto cuando menos cuatro veces a lo largo de los años, tras aquel visionado en el extinto Cine Avenida. Tiene algo. Solamente ese Russel Crowe en estado de gracia ya es un buen motivo para recuperarla. Esta segunda parte, aun disfrutando de sus (excesivas) dos horas y media de metraje, no creo que la vuelva a ver en mi vida. Como en un buen circo hay innumerables acrobacias, pero no tantas como para repetir.
Por cierto, anotar que hay dos series impresionantes para recrearnos en la civilización romana. Una es Yo, Claudio (1976). Impresionante manera de conocer a los más importantes emperadores de Roma y la cantidad ingente de terribles confabulaciones en las que se vieron envueltas. La otra serie es Roma (2005),la cual combina a la perfección el entretenimiento con los entramados históricos.
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