Como de costumbre, aparecen en los medios de comunicación noticias interesadas en crear una opinión o fomentar un debate en la ciudadanía que, realmente, no existe. Cíclicamente se repiten determinados temas.
Esta vez la noticia fue Nawja la adolescente que por vestir con Hijab, se le prohibió la entrada en el Instituto donde estudiaba.
De nuevo, a la par que nos cuenta el caso, aparecen voces que hablan del porqué de la construcción de mezquitas en nuestro país, otras que proclaman que los extranjeros o se adaptan o que se vayan, por locuras del que nunca viajó que dice: en su país me obligarían a ponerlo. Y todo esto surgido de un paño.
De nuevo el Hijab es el “Macguffin”, como diría Alfred Hitchcock si esto fuese una película, el motor de la trama, donde el verdadero protagonista es, sin duda, la fobia al islamismo.
El hecho de que se produzca el caso un centro lucrativo, me hace pensar que éste no actuó con la cordura que se le exigía. Es peligroso el lugar donde se forman los futuros ciudadanos, en su decisión, no oprime el derecho educación, como el de todos los ciudadanos que viven en nuestro país, que tiene Nawja y, se antepone a esto, sus opiniones sobre la famosa pieza de ropa.
Curiosamente, también se escuchan voces reclamando la salida del Hijab de las algas, comparándolo con la salida del famoso crucifijo. El hecho de que no haya crucifijos en un centro público es, simplemente, lógico. En un centro laico, donde se acoge alumnado que profesan diferentes religiones o ateos, no deberá haber un culto de “primera” creador de diferencias; o más bien, no debe haber ninguna religión marcando la educación de nuestros alumnos.
Pero en este caso no hablamos de un centro sistema educativo, es una alumna la que toma una decisión, llevar a clase el Hijab. Y éste no incomoda, no perturba, no molesta, no interfiere ni en su educación, ni en la de sus compañeros y compañeras. Como tampoco lo hacen las melenas, los piercing, los tatuajes o palestinas de algunos de nuestros alumnos. Eso sí, no conozco mi deseo que se produzca, el caso de ningún alumno que sea expulsado por ir con pendientes a clase. La división de utilizar, o no, esta pieza de ropa, sólo le corresponde a la propia protagonista.
El 10% de la población, no nació en España. Cada uno de ellos tiene los mismos derechos y deberes que un ciudadano nacido en el estado, pero no por eso deben de claudicar ni a su cultura ni a sus costumbres.
Para ir finalizando, decir que en occidente la ropa si cambia, año tras año, debido a los efectos narcóticos de nuestros televisores, “telegrafiando” las tendencias y estilos que debemos vestir. Mientras este hecho no se cuestiona, somos quienes de juzgar y rechazar a una mujer por llevar un paño en la cabeza, similar al que llevaba nuestras abuelas. Pieza de ropa cuyo significado varía según las circunstancias, lugares y personas que utiliza.
Metamos el de don el fondo de la llaga. Los profesionales del sector y los padres de los alumnos deben centrarse en el acto educativo, exigiendo a la escuela de nuestros hijos calidad en la enseñanza.
El caso de Nawja me hace retomar una cita de "Rebelión en la granja".
En 1945, Orwell decía en su famosa granja animal que todos éramos iguales, de unos más iguales que otros. Casi 70 años después, todo sigue igual, pero ahora, en un tiempo multicultural donde nuestros niños conviven con otros de diferentes etnias, resulta que todos somos diferentes, pero unos son más diferentes que otros.
Triste historia la de Nawja, venida desde Alá sabe dónde, para ser humillada, desposeída de sus propias raíces, en un proceso que no se puede llamar "educación" sino sometimiento. Cualquiel maestro de cualquier escuela debería utilizar el hijab para enseñar a su alumnado que no estamos solos en el mundo y debemos aprender a reconocernos, tal como somos, los unos a los otros; que cualquier diferencia exterior no hace sino enriquecernos, haciéndonos ganar en variedad y calidad, sin dejar de ser nosotros mismos...
ResponderEliminarEs de temer, con estas actitudes, estemos sembrando el odio y/o la desconfianza entre creencias religiosas y sabemos que estos factores acaban por conducir al enfrentamiento y la violencia. Que esto suceda entre nosotros hoy me causa indignación y vergüenza al mismo tiempo...
¿Qué pensara Nawja cuando vea a otras niñas cristianas cubiertas con un velo blanco para hacer la primera comunión sin que nadie se escandalice o pretenda privarlas de esa prenda?
Los problemas de la Educación son otros, desde luego... Hoy, el dolor de Nawja, tan improductivo, tan injusto, nos concierne a todos...